¿Cómo surge la idea de hacer un Informe Robinson sobre el Asefa Estudiantes en esta situación tan particular?
Realmente nuestra relación con Asefa Estudiantes tuvo una primera aproximación hace cuatro años cuando también estuvo a punto de bajar, en el último partido en León. En ese momento nos acercamos al club para intentar contarlo desde dentro porque era realmente la misma película. Al final no salió bien. Entonces, a mediados de abril cuando la situación de Estudiantes parece que vuelve a ser problemática consideramos que había una historia maravillosa para ser contada. Entendemos que es un momento muy complicado, que lo normal es que el club se quiera proteger pero hacemos la invitación de que nos gustaría contar vuestra historia desde dentro.
Creemos que tiene los dos requisitos fundamentales para hacer una buena historia de periodismo: una historia, que Estudiantes tiene un problema, puede bajar a liga LEB por primera vez en su historia y hay una acción continuada en el tiempo de seis o siete partidos que quedan por disputarse. Se dieron los dos elementos clave: una historia que necesita y puede ser contada y una acción que te permite contar y desarrollar esa historia. Es ahí donde dijimos que íbamos a intentarlo aunque sabíamos que era difícil.
“TARIQ TIENE UN INFORME ROBINSON ÉL SOLO”
¿Cómo fue el trabajo diario con el equipo? En una situación de descenso muchos clubes tienden a protegerse, según la mentalidad de los entrenadores. ¿Fue difícil adentrarse en el vestuario o la plantilla supo daros facilidades?
Creo que es un grupo fantástico y que rápidamente comprendieron que estábamos allí para contar una historia, no para hacer daño, no para molestar, no para meter la cámara donde nadie quiere meterla… Es un juego de confianza. Nosotros necesitamos que ellos se sientan cómodos y la única manera de que ellos se sientan cómodos es que confíen en nosotros. Yo creo que el programa Informe Robinson se ha ganado el respeto, la tranquilidad. Queremos contar la historia de relaciones humanas, de relaciones personales, de relaciones deportivas… Y el proceso fue muy fácil. Evidentemente los primeros días nuestra cámara era algo agredible pero rápidamente entendimos que todos queríamos la mejor relación, para contar mejor la historia nosotros y ellos para tener un recuerdo de cómo se vive una situación tan dramática.
Entre estos jugadores, hay algunos más “showman”, otros más tímidos pero de todos habéis sacado momentos impactantes. ¿Quién te ha dado mejor impresión desde este punto de vista?
Como todos los grupos es absolutamente heterogéneo y más un equipo deportivo que mezcla nacionalidades, etc. Pero el grupo español ha dado una serie de valores maravillosos. Me ha encantado poder escuchar, charlar y ver a Germán Gabriel, he aprendido mucho de Carlos Jiménez, una personalidad muy callada, muy reservada pero que es fascinante simplemente verlo entrenar, moverse, cómo tiene transcendencia en los demás… Y por encima de todos hay una historia que me ha cautivado, la de Tariq Kirksay. Me parece que tiene una historia en si mismo. Lo decíamos durante el rodaje, creemos que Tariq tiene un Informe Robinson él solo, esa especie de trotamundos europeo pero con una personalidad, con un bagaje, una forma de reflexionar, de hablar del baloncesto que en si realmente es de los mejores momentos que me he llevado a la hora de recordar el reportaje.
Sorprende la manera en la que Tariq Kirksay sintió la situación si tenemos en cuenta que era un recién llegado
Efectivamente. Eso debería hacer replantearnos que cuando echamos en cara a jugadores que no tienen compromiso, que no lo siente, ese sentimiento no va en el DNI. Puede ser un tipo de 13 años en el club que no se implique y Tariq es el ejemplo de que está recién llegado prácticamente y sentía el club, los valores, el compromiso… Eso es una lección bonita de aprender. Evidentemente un chaval que se cría aquí le sale el ADN Estudiantes por todos los lados pero puede ser también que no haga falta crecer aquí para sentirse del Estu y creo que Tariq es un ejemplo muy ilustrativo.
“TENGO LA SENSACIÓN DE QUE EL DE MANRESA FUE EL DÍA”
Hubo un momento en este final que parecía que Informe Robinson no iba a contar el descenso porque el equipo iba para arriba y tuvo unas victorias consecutivas con vosotros incrustados. ¿Cómo se vive aquello?
La verdad es que cuando empezamos a hacer el reportaje la gente decía: Queréis morbo, queréis ver cómo bajan. Pero tenemos experiencia en hacer reportajes de este tipo y te aseguro que el final feliz es mucho mejor, vende más en el sentido estético, en el sentido poético. Yo no estaba tan seguro de que el final bueno fuera el descenso. Es más, cuando Estudiantes comienza a ganar me parece que podíamos tener una especie de final épico, maravilloso pero lo sentimos. Ganó el partido contra Alicante, contra el Real Madrid casi se gana, contra el Blu:Sens se arrasa. La sensación es: Lo van a conseguir. Y yo creo que si hubiera ganado en Manresa el equipo no llega aquí sufriendo como sufrió.
De hecho esa idea la transmitís bastante en el reportaje. Para vosotros es un poco el punto de inflexión el partido de Manresa. Tariq dijo: No sé qué nos pasó ese día, cómo jugamos.
Yo creo que es evidente. Esa vuelta en el viaje de tren que está maravillosamente grabada, editada y montada por Adolfo y por Edgar es una preciosidad, una especie de mensaje de: Aquí era el día. Ese tren en silencio, con ese sol poniéndose al entrar en Atocha, esa sensación de decir: Lo hemos tenido. Hoy podíamos estar celebrándolo y no se ha conseguido. Yo tengo la sensación de que el de Manresa fue el día y así lo quisimos contar en el reportaje.
“LOS SILENCIOS DE TRIFÓN SON LO MÁS RUIDOSO DE MI VIDA”
Hemos mencionado varios momentos impactantes de este Informe Robinson, “En el corazón de Estudiantes”: las declaraciones de Tariq, la vuelta en el viaje de Manresa… ¿Qué otros momentos destacas del montaje final que más te impactaran?
Hay dos cosas que más me impactaron y que cada vez que las veo siento la capacidad de emocionarme. Una es un plano final de un aficionado que se lleva las manos a la cabeza y, queriendo animar, se da cuenta de que no hay nada que hacer. Lo digo en el texto, lo locuto de esa manera diciendo que todo deporte tiene ese momento mínimo en el que dices: -Ahora hay tiempo; y te das cuenta de que no ya no hay tiempo para nada, que estás hundido. Eso me parece que tiene una fuerza, que es un spot en si mismo maravilloso. Es el típico plano que no hay forma de verlo y no sentirte parte de ese plano. En ese momento él era el aficionado de Estudiantes y todos y cada uno de los aficionados del Estudiantes nos identificamos con ese plano.
Y otro momento es Trifón Poch. Trifón en este reportaje da muchísimas lecciones. Desde luego para el periodista es la calma. En un momento en el que el agua te llega al cuello mandar un mensaje de tranquilidad, de calma, sin ningún grito. Los silencios de Trifón como los silencios del vestuario son posiblemente lo más ruidoso que he escuchado en mi vida. Es impresionante y me gusta porque tenemos el concepto americano de las películas de: Hay que salvarse. Nos vamos a Segunda. Eso viene con esa imagen que pasa en las películas. En la realidad hay un grupo de profesionales que hablan de pick&roll y pases en momentos de agobio, no de testosterona y eso dignifica al equipo.
“TENÍAMOS LA OPORTUNIDAD DE ESTAR DENTRO DE UN VESTUARIO POR PRIMERA VEZ”
Habéis grabado horas y horas y el reportaje sólo puede durar media. Se habrán quedado muchos momentos fuera. ¿Hay algún momento en especial que te hubiera gustado que formara parte del reportaje?
Sí. Llevo cinco años en Informe Robinson y creo que ha sido el reportaje más costoso de hacer en el sentido del material que hemos generado. Hemos generado siete partidos, con dos cámaras grabando cada partido, con seis o siete tiempos muertos; descansos, viajes, entrevistas, hoteles, rutinas… No tengo idea de la cantidad de horas que se han grabado pero creo que se han grabado más de 50 horas para dejarlo en 30 minutos. Me hubiera gustado poner muchísimos más tiempos muertos, muchísimas más situaciones de vestuario que han pasado también pero el reportaje necesita un dinamismo y que las cosas no se repitan porque si se repiten el espectador siente que ya lo ha visto y eso es malo para el reportaje.
Cada uno cuenta las cosas a su manera. Nosotros nos quisimos centrar mucho en el papel de la afición, sobre todo, en ese último partido que nos puso los pelos de punta, que, una vez que termina el partido, se queden miles de personas. Eso se echa de menos en el montaje final. ¿Cómo visteis vosotros ese final?
Realmente eso es una decisión absolutamente mía como guionista y encargado de darle la pauta al reportaje. Creo que nos veíamos en la situación de tener un reportaje que, por primera vez, contaba cosas exclusivas, estar dentro de una cocina. Todo aquello que fuera de alguna manera conocido es algo que el reportaje debería dar un paso adelante. Creo que la historia de Estudiantes es maravillosa, que la afición es lo que convierte a este club en lo que es pero creo que teníamos esa oportunidad. La afición está ahí, se ve. Valladolid y el último partido pertenecen a la afición desde el punto de vista narrativo. Es la afición que va a Valladolid y la que va al Palacio de los Deportes y se hunde en la miseria, desde el punto de vista anímico.
Creo que la afición tiene el peso que debe tener pero teníamos la cámara dentro del vestuario. Cada minuto que le daba a un aficionado se lo estaba quitando a un Clark en la ducha, a un silencio en el vestuario, a una palmada de un jugador a otro y creo que eso es lo que hacía único a nuestro reportaje, que Estudiantes e ha dejado abrir en canal y que nos metiéramos en ello. Entiendo que la afición tiene el peso que tiene pero creo que eso ya está contado y lo que no estaba contado era lo de dentro.
“LAS RELACIONES HUMANAS SON EL MOTOR DE UN VESTUARIO”
¿Hay alguna anécdota que puedas contarnos de la grabación?
No se me ocurre ninguna pero ha sido un rodaje absolutamente maravilloso, nos han ayudado muchísimo la gente de prensa, Javier Cabrerizo, que ha sido nuestro sherpa, nos iba quitando todos los problemas… Ha sido un rodaje fantástico, me ha encantado estar cerca de un grupo de profesionales en una situación tan límite porque he aprendido muchísimo. Como periodista deportivo ha sido uno de los puntos más intensos de mi carrera porque lo ves de otra manera.
Has realizado innumerables reportajes en estos cinco años pero imagino que cada reportaje es diferente. ¿Qué has aprendido con este reportaje?
He aprendido que cuando un grupo se une de manera inequívoca y unidireccional pueden hacer lo que quieran. He aprendido que las relaciones humanas dentro de un vestuario son el motor absoluto. He aprendido a desdramatizar. Uno piensa que en una situación así el agobio, la sombra, la duda lo puede todo y no. Son profesionales y saben convivir con esta nube negra que los ha cubierto durante dos meses. Eso es una lección absoluta y, sobre todo, he aprendido a devolver el cariño con el que te tratan. Para mi tiene un mérito tremendo lo que ha hecho Estudiantes, lo que ha hecho Trifón, Germán, Carlos… Un grupo de jugadores que en un momento de miseria absoluta la dejan compartir. Yo no sé si lo haría en un momento de mi trabajo en el que estuviera intentando mandar una pieza y se cuelga el sistema y no puedo. Yo no sé qué haría si en ese momento tuviera a un cámara de Estudiantes grabándome. He aprendido que si lo que haces lo haces con todo el corazón y toda la dedicación me parece hasta bonito que lo cuenten.
“EL REPORTAJE NECESITABA ESE FINAL OPTIMISTA”
De hecho me recuerda a uno de los discursos que daba Germán. Era: “Tenemos que salir sabiendo que lo hemos dado todo, eso es lo principal”. ¿Sería esa idea?
Creo que si haces todo lo que debes con el corazón y con toda la fuerza que tienes físicamente más allá no puedes dar. Hay una cosa también que me gusta mucho dentro del reportaje que es la autocrítica. No hay jugador, aficionado, entrenador, técnico… que no haga autocrítica. Por eso también la afición aparece poco criticando porque lo hacen desde dentro. Si el entrenador, el jugador, el técnico ayudante o el encargado de los fichajes está diciendo: Lo hemos hecho mal. Yo creo que la afición aparece cuando alguien intenta negarlo para decir: Oye, que no se engañen, la han “cagao”. Pero vas a los jefes y dicen que se han equivocado. Eso le da una fuerza. Me parece que esa capacidad es la que, de alguna manera, te hace saber perfectamente dónde está la salida. A partir de este comienzo errado y mal hecho, reencaminarlo y ahí creo que brilla muchísimo la capacidad de autocrítica como sinónimo de inteligencia.
El final del reportaje está grabando en el polideportivo Magariños. Es un momento en el que se cuentan las peculiaridades de este club. ¿Por qué decidisteis terminar con este final del Ramiro y el Magariños?
Porque el final trata de ser optimista. Es un final que, incluso, en el peor extremo posible, bajar a LEB, no hay ningún tipo de dramatismo. Lo dice Carlos Jiménez: Somos el mejor equipo para empezar desde LEB si hay que empezar. No hay ningún problema. Creo que es el momento en el que el reportaje necesita ir a la raíz. ¿Por qué no hay más Magariños y más historia? Porque creo que eso ya está contado y en un reportaje de periodismo deportivo a gente que sabe de deportes más o menos, me apetecía darles lo que teníamos único: el vestuario, las relaciones, los viajes… Pero el reportaje no puede acabar sin decir: Señores, esto es Estudiantes y tenemos que vivir esto como lo hace Estudiantes. Por eso, creía que el reportaje necesitaba ese final optimista porque en el fondo incluso detrás de la tragedia del descenso estaba una historia maravillosa que es la luz que hay dentro del Magariños.
“ENTIENDO QUE LA AFICIÓN QUISIERA VERSE MÁS REFLEJADA”
¿Qué críticas habéis recibido del reportaje, en especial, del aficionado al deporte que se acercan a esta historia y dicen: No sabía yo esto?
Creo que lo más positivo es que la gente ha sabido lo que pasa dentro de un vestuario de deportistas profesionales que eso lamentablemente en este país no se puede ni plantear. Francia tiene un documental maravilloso cuando gana su Mundial con las cámaras dentro, en la NBA se hacen las entrevistas dentro. Hay mucha leyenda dentro del mundo del periodismo de que eso no se debe hacer. Esa es la crítica positiva que más me gusta.
Es algo positivo para todos.
Todo depende de cómo lo trates. Yo con el mismo material que tengo podía haber hecho una chufla infumable, sensacionalista y absurda pero el programa no se lo merece y no es eso y Estudiantes, sobre todo, no se merecía nada que no fuera elegante en ese aspecto. ¿Críticas negativas? Sí, entiendo que la afición quisiera verse más reflejada, que Magariños, Pinones, históricos, Demencias querrían verse más reflejados pero volvería a hacerlo de la misma manera. Quería separarme de todo aquello que tuviera que ver con la historia mil veces contada del Estudiantes. Creo que ese es un problema que tenemos en el periodismo. Todos cuando entramos en una especie de cuento tenemos que pagar los peajes de lo que ya se ha contado siempre. Si me pongo a contar la historia de Estudiantes no salgo en diez minutos y tengo treinta para hacer el reportaje. Entonces todo ese tiempo que “pierda” con todo el maravilloso respeto a esta historia, es tiempo que no le estoy dando a lo único que hemos conseguido: charlas, autobuses, hoteles, conferencias… Tenía ese debate, o me voy por lo contado, que es maravilloso en si mismo pero ya está contado o hago brillar lo único que tengo y realmente lo que más ha costado: que un equipo histórico en una situación histórica se deje contarlo desde dentro. Creo que era mi obligación.
Para terminar, desde el departamento de comunicación de Estudiantes nos comprometemos a que cuando las cosas vayan bien a volver a abriros el vestuario para volver a hacer un Informe.
Soy yo el que os lo pediría a vosotros, no al revés. Si estamos en una Final Four dentro de cuatro años me encantaría que Informe Robinson viajara con el equipo y pudiéramos manchar la cámara de champán.