WhatsApp: (+34) 91 745 88 50
Varios años después de viajes frustrados a Logroño por fín este año fue posible desplazarnos para ver el enfrentamiento entre Movistar Estudiantes y Campus Promete de Liga Femenina 2.
Pocos pero contentos, además siempre es un placer compartir grada y cánticos con la familia de Fe y Luis, que en esta ocasión tenían el corazón dividido entre los dos equipos al ser de Logroño y ver al Campus Promete habitualmente.
Viaje sin incidencias, pero tras hora y media en la autopista y luego otra media hora buscando el pabellón se nos ocurrió la brillante idea de preguntar en una gasolinera como ir al polideportivo Lobete y ahí nos indicaron que estábamos a cuatro cuadras del pabellón. A día de hoy no hemos conseguido una aplicación que convierta las cuadras a metros de distancia. Tampoco sabemos a qué equivale una cuadra en Logroño, si son calles o rotondas. Si alguien nos lo puede decir, queda abierto un debate.
Al fin encontramos el pabellón y estacionamos el vehículo al lado del bar El Nuevo Gorrino Cojo (no sabemos dónde está el viejo).
Pasando ya a temas deportivos y teniendo en cuenta que el Campus Promete tiene equipos tanto en Liga Femenina 1 y Liga Femenina 2, nos sorprende que el polideportivo no se llenara más, y que la poca afición del otro equipo apenas animara, pero es algo a lo que estamos acostumbrados, así que era como jugar en casa.
Ya inmersos en el partido, fue un partido de infarto en los últimos minutos, porque estaba dominado en los tres primeros cuartos e incluso en el útimo, y eso que concedimos segundas y terceras oportunidades de tiro, o sea que no cogíamos rebotes. Todo se pudo venir al traste en los últimos minutos de partido: un par de perdidas, un par de malos tiros y quizá no saber jugar con la ventaja y el tiempo restante, todo esto desde nuestro punto de vista personal. Convirtió un partido cómodo en un cara o cruz y afortunadamente salió cara.
Tras la victoria in extremis, saludamos al equipo y cantamos el cumpleaños feliz a Rocío Torcal. Aunque huelga comentarlo, por supuesto ellas agradecieron que viajáramos y el apoyo desde las gradas. Amos, ¡como siempre!
La cosa no acaba aquí. Después de salir de vestuarios, la Peña Hotzgailua y la familia de Fe y Luis, hicimos entrega a cada una de las chicas una botella de vino de Rioja, ¡qué iba a ser estando en la tierra del vino!.
Mención especial merece el obsequio que se le hizo a los ayudantes de Fito. Se les regalaron unas botellas de txakoli (vino típico vasco) y a Fito en particular se hizo entrega a parte de la botella de txakoli un txapela con el escudo de Bilbao, como habréis podido ver en la página del Estu y en las redes sociales. ¡Que engañados nos tenía! ¡Parece de Bilbao!, e incluso se la puso como debe ser, de medio lao, sin ayuda de nadie. Otra prueba de que los Bilbao nacen donde les da la gana.
La única pena es que tengamos que esperar un año para poder reunirnos otra vez.
P.D. Sí, sí estuvimos en la calle El Laurel. Por cierto, no me extraña que se pete fácilmente, hay que entrar de canto.
