
Ha sido un encuentro muy duro y de mucha tensión, y por tercer partido consecutivo, hemos acariciado la victoria.
Tras un inicio con errores de concentración y nervios -no hemos sabido entrar en el partido con la tensión que se requería-, el equipo ha jugado 26 minutos muy serios, de los mejores del año.
A finales del tercer cuarto, y a principios del último, Nacho Arroyo se ha echado el equipo a la espalda en ataque, y todos han hecho un trabajo impecable atrás, lo que nos ha llevado a llegar a poco más de 3 minutos para el final, con 11 puntos de ventaja (56-67).
Con el entrenador contrario y un jugador descalificados y el pabellón como una olla a presión, lo que ha pasado en esos cuatro minutos es difícil de explicar sin haberlo vivido.
Lo que es seguro es que nuestros chicos han sufrido a la par que crecido, y han tenido que gestionar emociones, un montón de circunstancias adversas y nervios.
Creo que los chicos han merecido más. Y no más recompensa al esfuerzo, que también. Sino más de todo lo que intentamos inculcarles y que hoy les era muy difícil encontrar en esos últimos minutos del partido.
Aún así, con la quinta de Bernat y de Andrey, cinco pequeños han estado dando la cara hasta el último suspiro.
Solo nos queda darles la enhorabuena y animarles a seguir trabajando como lo están haciendo cada día.