Hace hoy 25 años que el conjunto colegial jugaba sus primeros –y únicos- cuartos de final de la máxima competición continental, la Liga Europea.
Fue el segundo partido de la eliminatoria que enfrentó al Estu de los Pinone, Winslow, Azofra, Herrereros y compañía contra el todopoderoso Maccabi Tel Aviv. Así lo contaba Alonso de Palencia en el libro “Club Estudiantes. 60 años de baloncesto”. El primero los partidos frente al Maccabi se celebró el 17 de marzo de 1992, en un Palacio de los Deportes con una gran entrada. Los dementes tenían ante ellos a un equipo al que le podrían sacar mucho jugo por la secular (y las más de las veces insana) rivalidad entre judíos y musulmanes, así que agudizaron el ingenio de forma magnífica. Para empezar, una pancarta en perfecto inglés con la leyenda “With Allah’s Sword We Will Cut Eliah’s Hand” (“Con la espada de Alá cortaremos la mano de Elías”). Después, el famoso cántico “Todo el Magariños tiene que animar”, que ya había sido transformado en “Todo el Palacio tiene que animar” para los encuentros que el Estu disputaba en Goya, derivó en un absolutamente maravilloso “Todo el Pie de Alá tiene que animar”, rebautizando al Palacio madrileño con el nombre opuesto y contrario a la famosa cancha hebrea. En el plano deportivo, Estudiantes realizó uno de los mejores partidos de su historia, borrando del mapa a los macabeos desde el minuto uno al cuarenta. Winslow, Herreros y Pinone pusieron los puntos y los rebotes, mientras que el resto del equipo aportó la defensa y la disciplina. Estudiantes jamás se relajó cuando adquirió ventajas amplias, sino que siguió trabajando de igual forma en ataque y en defensa buscando machacar moralmente al adversario. Se pasó de estar diez arriba a quince, de quince a veinte, de veinte a veinticinco, de veinticinco a treinta, de treinta a treinta y tres… Sin pausa, sin tregua y sin perdón. El Palacio se entregó a sus héroes, que bordaban el baloncesto ante unos adversarios que, confiados en que la presión pasara factura a su inexperto oponente, se vieron totalmente desarbolados. Sólo al final hubo cierta relajación y la renta bajó hasta el definitivo 98-74, con lo que dio comienzo una fiesta por todo lo alto para los aficionados colegiales, que se dejaron ver por los recomendables clubes y bares de Goya (bueno, y por los menos recomendables también) hasta altas horas de la madrugada… ¡y eso que era martes!