La Demencia en el Gran Bazar
Trescientos jóvenes de la peculiar hinchada del Estudiantes exhibieron la ejemplar filosofía de un colectivo que demostró sus excepcionales maneras tras perder en Estambul ante el Joventut la semifinal de la Final Four de baloncesto. “¡Forza Penya, Forza Penya!” Trescientas gargantas dementes destrozaron los esquemas del millar de seguidores del Joventut desplazados hasta Estambul cuando, al final del partido, los seguidores estudiantiles hicieron una declaración de apoyo desinteresado para el equipo badalonés de cara a la final de mañana ante el Partizán. Había finalizado el sueño de 1.300 románticos seguidores de Estudiantes que contemplaron la masacre sufrida por la maquinaria insensible del Joventut. Pero eso no afectó a la inacabable capacidad de deslumbrar que posee la Demencia. Los alucinados seguidores del Joventut no tuvieron por menos que ayudar a sus teóricos rivales en el graderío para reclamar la presencia de unos jugadores que pueden seguir presumiendo de tener a la mejor afición de Europa. Una afición que sólo pudo quedar enmudecida durante diez minutos cuando uno de sus componentes- un hombre de 40 años seguidor de Estudiantes- sufrió un amago de infarto una hora antes de empezar el partido. Era un mal presagio para Estudiantes, pero cuando la megafonía del pabellón anunció que el enfermo estaba fuera de peligro, la batería estudiantil comenzó a disparar de nuevo. “¿Dónde está Antúnez?”, “Más Demencia y menos independencia” (cántico utilizado como respuesta a la pancarta desplegada por los seguidores del Joventut en la que proclamaban la independencia de Cataluña), “¡qué demasiao, que todos los dementes nos hemos juntao!”. Su equipo había perdido pero se fueron como los triunfadores del Abdi Ipekci. Dieron toda una lección y hasta en Turquía comenzarán a conocer desde hoy una nueva propuesta para cualquier hinchada. “No entiendo, ¿cómo es posible que unos niños de familia bien de un colegio reputado de Madrid puedan invocar el nacimiento de una España musulmana?” Es Idrahín, el desconcertado recepcionista de Kilin, un modesto hotel de dos estrellas donde 17 integrantes de la Demencia se han hospedado para disfrutar su particular Semana Santa. Todo empezó cuando el día de San José Estudiantes puso patas arriba el Palacio de los Deportes derrotando al Maccabi, con lo que se ganó un puesto en esta Final Four. Desde ese día, Fernando Luengo, auténtico líder del único grupo de animación organizado del Estudiantes, inició con sus más directos colaboradores la organización del viaje más esperado de la historia de la cultura demente. La mayoría de los dementes llegados a Estambul están esparcidos por diferentes hoteles de la ciudad. Pero eso no les divide ni les hace perder el contacto. Pedro, estudiante de segundo de BUP recuerda una anécdota vivida recientemente en Granada que explica el sentir de este grupo de seguidores tan peculiar: “Decidimos ir a animar al equipo a la final de la Copa ante el CAI. Éramos 200 y a duras penas encontramos hoteles para ubicarnos en la noche previa al partido. Lo mejor de todo es que sólo dos de nosotros utilizaron su habitación. El resto se emborrachó hasta el amanecer porque sabíamos que Estudiantes nos premiaría ganando la Copa por haber viajado hasta allí”. Un demente tiene las cosas muy claras a pesar de su corta edad, pero sin duda son tres los mandamientos fundamentales que deben regir sus comportamientos: odio a la violencia (“la Demencia anima sin violencia”), rechazo a todo lo que huela al Real Madrid (“se va a acabar la dictadura del Real”) y aglutinar en cada noche de parranda el alcohol, las chicas y el rock and roll que sus tiernos esqueletos puedan asimilar. Hace una semana directivos de Estudiantes y miembros de la Policía española se reunieron con los cabecillas de la Demencia para aconsejarles que en Estambul se privaran de utilizar indumentaria árabe alguna, de recurrir a la habitual ingestión excesiva de alcohol… y de mujeres. Y en sus primeras horas en la antigua capital turca cumplieron con resignada disciplina tanta orden incómoda, más que nada porque el ciudadano turco es hospitalario y afable sólo hasta que lo que ve no le agrada. Pero entre 300 seres humanos siempre tiene que haber alguno más aventurero. Y ése fue el caso de tres miembros de la Demencia. Este trío decidió curiosear dentro de la zona más lumpen de Estambul, en busca del popular espectáculo en que una belleza turca de buen ver realiza a la perfección la atractiva danza del vientre. Un hombre bien vestido, robusto y con bigote (nueve de cada diez hombres en Estambul tienen bigote, al ser éste un reconocido símbolo de virilidad) les citó desde una esquina y en menos de dos minutos ya les había instalado en una especie de cabaret estilo francés cuyas pequeñas mesas se arracimaban en torno a un escenario donde se sucedieron siete piezas musicales distintas protagonizadas por otras tantas señoritas. Pero curiosamente ninguna era turca. Cuatro eran moscovitas y tres bielorrusas. El engaño se consumó cuando el maitre les hizo pagar a cada uno 2.800 pesetas por cada cerveza (además no eran de importación) que habían consumido en su impactante primera experiencia en Estambul. “No importa –nos decía Valentín– porque para mí todo lo que ocurra aquí se dará por bueno si ganamos el torneo, y eso está hecho. Pero por favor no se lo cuentes a nadie porque si mi padre se entera de que vuelvo a ir a un garito así no me dejará viajar más con el equipo.” Valentín tiene 18 años, pero ya es curioso que la propia Demencia haya recomendado a todos sus miembros menores de edad que viajen a Estambul en compañía de sus padres, consejo que la mayoría ha cumplido sin poner objeciones. Desde aquella fecha, jugadores con el carisma de Ignacio Azofra actúan de intermediarios con la directiva de Estudiantes para que a la Demencia se la apoye al máximo. El base titular de los colegiales lo tiene muy claro: “Sin ellos posiblemente Estudiantes ni siquiera estaría en Estambul. Jugar con el aliento de la Demencia te da una marcha muy especial que es difícil de explicar. Y es que en Estudiantes todos hemos sido dementes algún día”.