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50 años sin don Antonio Magariños

4 abril 2016

El 4 de abril de 1966 fallecía en Madrid, a los 59 años, el fundador del Club Estudiantes de baloncesto: don Antonio Magariños García. Medio siglo sin aquel visionario catedrático de latín y jefe de estudios que, entre 1947 y 1948 animó a un grupo de alumnos del Instituto Ramiro de Maeztu a practicar aquel deporte que ha hecho del Ramiro un centro conocido en toda Europa: el baloncesto. En este aniversario, la tradicional foto de cantera del club colegial tendrá un guiño a su fundador.

50 años sin don Antonio Magariños

El Club Estudiantes de baloncesto homenajeará  a su fundador Antonio Magariños cuando se cumplen 50 años de su fallecimiento. Será este martes 5 de abril durante la tradicional foto de cantera en la que posan juntos todos los equipos del club en el pabellón que lleva su nombre. 

Antonio Magariños García nació el 4 de febrero de 1907 y falleció, hace ahora 50 años, el 4 de abril de 1966 a la corta edad de 59 años. Fue profesor de lenguas clásicas en las universidades de Madrid y Salamanca, así como en el Instituto de Granada, antes de llegar al centro educativo donde haría historia: el instituto Ramiro de Maeztu.

No sólo en sus impagables labores como catedrático de latín y jefe de estudios en el Instituto, uno de los más prestigiosos de España en aquella época, sino por ser el fundador y el primer presidente del Club Estudiantes de baloncesto. El equipo primero se llamaría «Ramiro de Maeztu» en 1947 para adoptar al año siguiente su actual nombre. No en vano, sus primeros jugadores eran alumnos del centro. 

Hombro culto, trabajador y disciplinado como buen hijo de su tiempo, pero también visionario, romántico, ambicioso y con un «demente» sentido del humor. Sin esas cualidades resulta difícil entender este maravilloso texto que el propio Antonio Magariños redactó con motivo del primer título importante del club que fundó: el campeonato de Castilla de 1955. 

Un estadio parecido al de Bernabéu, pero en grande, prometía yo hace cinco años a nuestro buen protector D. Domingo Sánchez (el Secretario del Instituto), cuando él, con maravillosas artes, conseguía de la generosidad de un ex alumno, Luis Sánchez (el del asfalto en frío), nuestro primer campo, digno de un Primera. En él vienen a caber unas 1.500 personas.

Hay que reconocer que todavía nos queda un poco; pero uno, que ya es viejo, ha conocido los viejos campos de la Gimnástica, del Racing; he oído también hablar del solar del Madrid en Narváez, y en vista de ello, uno, que más bien es pesimista, se echa a pensar en nuestro avión particular para trasladarnos los viernes a jugar los partidos de la Liga Atlántica, un domingo contra el Gimnasia y Esgrima, otro contra el equipo de la Universidad de Yale (exactamente a sesenta minutos de viaje); y, en medio de negras nubes del más desolado pesimismo, uno continúa pensando en Laborde, secretario técnico (60.000 duros mensuales de sueldo, dietas y viajes aparte), tomando el supersónico de las tres y media para pisar el fichaje de un negro (medio millón de dólares anuales, primas y chicle aparte) a los ancianos del Globe Trotters Harlem, que quieren remozarse después de la derrota sufrida frente al equipo reserva del Estudiantes (tanteo 297-56; se falló en el último momento una personal doble y una técnica). ¡Qué lástima!

Pero todo esto, que sucederá a la vuelta de unos quince años, no impedirá que nos pongamos serios para pensar un poco emocionadillos en este año feliz de 1955, en que nos ha parecido un mundo haber llegado a cumplir nuestra modesta ilusión de ser campeones de Castilla en medio de la ronca hinchada de los “nuestros” del Ramiro.

Ese «estadio parecido al de Bernabéu» se construiría cuatro años después de su muerte, en 1970, y se bautizó con su nombre. Es uno de los grandes templos del baloncesto español, acogiendo partidos y entrenamientos de todas las categorías del Club Estudiantes. Pero también ha sido escenario de encuentros de otros equipos y deportes (Banco Exterior de baloncseto femenino, veladas de boxeo, balonmano con el Atlético de Madrid, fútbol sala con el Inter, tenis…).

Actualmente, el Polideportivo Antonio Magariños sigue honrando la memoria del fundador del Club Estudiantes siendo la sede del club colegial y el lugar de entrenamiento tanto del primer equipo masculino de ACB, como el lugar donde juegan sus partidos oficiales las «women in black» de Liga Femenina 2 y las distintas categorías de baloncesto de formación de la cantera estudiantil. 

Conservando la magia que hizo único este pabellón durante 45 años, se ha adaptado a los tiempos y actualmente alberga además de la pista de baloncesto y las oficinas del Estu, un centro médico, un gimnasio, una cafetería y una tienda especializada en baloncesto. 

 

Por mantener en el lugar que merece el legado de Magariños, está claro que no vale rendirse.