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Pero envidia sana por ver a un equipo con dos planteamientos similares a los de nuestro Estu, cantera y “only basketball”, alzarse con el título, y más aun de la forma tan bonita que lo ha hecho y teniendo como protagonistas a dos chavales jóvenes formados en sus filas. “em-vi-pí!, em-vi-pi!”, “¡Ricky Ricky abusón!”
Entre los paralelismos entre DKV Joventut y MMT Estudiantes tenemos que el club verdinegro también pasó un tiempo vagando por el desierto tras unos años muy buenos. En el caso badalonés llegaron a rozar la desaparición tras haber sido campeones de Europa, y sólo la evitaron gracias a la venta de su sede histórica, el pabellón de la plaza de Ausias March. El ejemplo de la Penya puede servirnos de espejo, aunque en ningún momento olvidando las particularidades propias de cada ciudad y cada contexto, para que el club del Ramiro (si es que la corrección política no se carga el nombre de nuestra cuna) vuelva a estar arriba.
Volviendo a la final de ayer en el Buesa Arena, fue un momento muy emotivo. En el último minuto del partidazo entre Tau Baskonia y DKV Joventut algunas de las personas Penya con las que había pasado esos días se arrancaron a llorar, por la tensión propia del momento pero con una sonrisa en la cara. A punto estuvieron de contagiarme. En ese mismo pabellón, hace ocho años, viví un momento similar y eso te da un puntito de nostalgia, de “por qué no somos nosotros los que vivimos este momento”…
Son gente a la que conocí hace un tiempo ya precisamente en otra edición de la Copa, y que han estado junto a los seguidores del Estu en muchos partidos importantes, como las visitas al Palau Blaugrana en la final de ACB de 2004. Y viceversa, mucha gente de la Demencia les ha acompañado al Saporta en su día, a Vistalegre después. Nunca nos había tocado celebrar ni a colegiales ni a penyeros, hasta por fin ayer.
La alegría que se siente, desde luego, no es la misma que si gana tu equipo. Cada uno elige los colores que quiere y vive el deporte como la apetece, que esto no viene en los genes. Pero es imposible no estar contento rodeado de amigos que están contentos. ¡Qué envidia! Cuantísimas veces se lo pude decir. A los que conocía de antes y a los que conocí en esta Copa. El año que viene la final nos la jugamos entre nosotros, que anda que no llevamos años soñando con vernos las caras en algo importante otra vez…
PD: otro aficionado colegial que vino a Vitoria me contó que en una de las noches por el Casco Viejo, con su bufanda de la Demencia, la gente se arrancó con un “no estamos todos, falta el Estudiantes” que tembló el misterio.
