Comenzaba el segundo cuarto del partido y ‘Pepu’ Hernández decidió poner en cancha a Rodrigo de la Fuente. El mítico jugador del Barcelona y criado en las categorías inferiores del Estudiantes volvía a pisar una cancha con la camiseta colegial 17 años después. ¡Y qué manera de hacerlo!
El primer balón que tocaba iba a acabar en un triple marca de la casa, esos a los que nos tenía acostumbrados cuando jugaba con nuestra selección. Sin pensarlo recibió la asistencia de Granger, se levantó y en suspensión clavó un precioso lanzamiento de tres puntos. La escueta sonrisa de Rodrigo se transformó en esa mirada que le convirtió en uno de los defensas más pegajosos y listos de la ACB.
La jugada que mejor puede definir el carácter ganador del madrileño tuvo como víctima a Kostas Vasileaidis. El alero griego, duro en defensa, le reclamó, de no muy buenas maneras, la utilización de sus codos en ataque. Rodrigo ni le miró, él ya sabía que le iba a encarar y se la iba a clavar en la siguiente jugada. De la Fuente pidió el balón, botó delante de él, le dejó atrás, penetró hasta la cocina, se llevó un ‘palo’ tremendo de su rival y clavó un canastón que posteriormente se convirtió en 2+1. Espectáculo, valor y torería de nuestro reciente fichaje.
Al final del partido, 13 puntos, 2 rebotes, una recuperación, 2 de 4 en tiros de dos, 2 de 3 en tiros de tres y una valoración de 13 en apenas 22 minutos. Un comienzo completamente esperanzador para un grande del baloncesto español que aún tiene mucho por demostrar en la liga Endesa.