Estados Unidos, el “Redeem Team”, será campeón olímpico si no cambian mucho las cosas. Está a un nivel superior al resto; lo había apuntado en los primeros partidos pero quedaba la gran prueba, la española. Los nuestros se habían concienciado para intentar la sorpresa, pero Estados Unidos no dio opción: está a otro nivel y lo dejó claro con una victoria contundente, inapelable.
España fue incapaz de frenar el vendaval norteamericano. Hasta 61 tantos cayeron en una primera mitad convertida en estival, en triple tras triple, en vuelos de LeBron James y contraataques, en acciones veloces y sin complejos. La selección lo intentó todo pero no había manera y ya en el minuto 16 la renta se fue por encima de los 20 puntos, convirtiendo la segunda mitad en una mera anécdota.
Esta derrota constata la importancia que tiene evitar a Estados Unidos hasta una hipotética final y dificulta enormemente el objetivo inicial del oro. Ciertamente, la plata sería un resultado extraordinario, de firmar hoy mismo. Y además España ya sabe el camino: se enfrentará en cuartos de final a Croacia y en una hipotética semifinal al ganador del duelo entre Lituania y el cuarto del Grupo B (o sea, el derrotado en el Grecia-China del lunes).
Cinco minutos de resistencia
La resistencia española duró cinco minutos en el electrónico, hasta el 11-11. Pero, a diferencia de otros rivales norteamericanos, los nuestros nunca perdieron la cara al rival, no cayeron en la apatía o bajaron los brazos ante la imposibilidad del triunfo. Estados Unidos no estuvo cómodo y, sin duda, necesitó su mejor encuentro para doblegar a España.
La Selección no encontró el modo de hacer tambalear el imperio estadounidense; Pau Gasol encontraba siempre dos rivales sobre él, los triples no volaban con facilidad hacia el aro, Navarro carecía de chispa y penetrar y doblar esta vez no funcionaba. En la primera mitad, la de la ruptura, sólo Felipe Reyes y ocasionalmente Berni, Ricky y Rudy pudieron mellar la defensa rival, con Pau anotando siete puntos de forma consecutiva.
Si se atacaba a remolque de la intensidad norteamericana, no era nada comparado a lo que sucedía atrás. A España le tocó la china, es cierto, porque Estados Unidos (con un pobre porcentaje de triples de los partidos previos) empezó a acertar y acertar desde la distancia y mediado el segundo cuarto la cuenta estaba ya en 6/9. Hasta LeBron y su dudosa muñeca se cebaban con el aro nacional; el de los Cavs acumulaba 14 puntos, dos triples y varias acciones intimidatorias al descanso. Wade y Anthony (8 y 10, respectivamente) se unían a la fiesta, que no alteró la apuesta aitiana por una zona 2-3.
Estados Unidos corría y la diferencia aumentaba a idéntico ritmo. El 22-31 del primer cuarto continuó en modo de festival ofensivo yankee, alcanzando los 50 tantos en el minuto 16. Poco después, dos tiros libres de Chris Paul situaban un –20 en el marcador: 36-56. ¿Partido totalmente decidido? A decir verdad, sí, pero los nuestros no lo querían de tal modo y con un valiente alley-oop de Ricky a Rudy, la distancia volvía a ser mundaba (43-57). Al descanso, 45-61.
La segunda mitad, sin historia
Si quedaba alguna opción, éstas se iban a fundir tras el descanso. Una canasta de Kobe y un triple de Carmelo disparaban la renta a +21 (45-66). No mucho más tarde, Kidd anotaba sus primeros puntos del campeonato y la diferencia alcanzaba los 24 (48-72).
El partido ya no tenía más historia. Era un correcalles, Estados Unidos había bajado algo el pistón y España seguía intentándolo pero sin la chispa de la primera mitad. En todo caso, la diferencia seguía creciendo y se acercaba a los 30 en los primeros compases del último periodo. Un mate de Dwight Howard a falta de cuatro minutos traspasaba esa barrera y ponía a España por encima de los 100 tantos. Al final, la Selección no pudo evitar la dura paliza, cediendo por 82-119.
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