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El I Campus Solidario en Madagascar , en primera persona, con la capitana Mariana González y el entrenador Jorge Manzano

10 septiembre 2013

La capitana del Estudiantes LF2, Mariana González y el entrenador de cantera Jorge Manzano fueron parte de la organización del I Campus Solidario en Madagascar de la Asociación Deporte y Educación para un mejor futuro; y nos cuentan esta grandísima experiencia en primera persona.

El I Campus Solidario en Madagascar , en primera persona, con la capitana Mariana González y el entrenador Jorge Manzano

Deporte y educación para un mejor futuro es una ONG fundada en diciembre de 2012 por Ángel Manzano, entrenador curtido en mil batallas en el baloncesto madrileño y actual seleccionador nacional de Madagascar, cuyo objetivo es hacer llegar el baloncesto al mayor número posible de niños malgaches.

Madagascar es un país en el cual más del 80% de la población vive con menos de 1€ al día y la Asociación busca crear escuelas en las zonas más afectadas por la pobreza, sobre todo en las grandes ciudades donde los niños viven en chabolas en zonas donde las ratas y enfermedades abundan. 

DEVOLVER AL DEPORTE LO QUE HA DADO
Atendiendo al lema «Devuélvele al deporte una parte de lo que te ha dado´´ a comienzos de año surgió la idea de organizar un campus de dos semanas en el que dar alojamiento y alimentar a los niños que acudiesen, unos 100 niños por semana.

Nelson Córdoba, ex entrenador de la escuela de Estudiantes y de numerosos clubes de Madrid, y precursor de la idea, junto con los anteriormente citados Mariana y Jorge nos encargamos de organizar la logística y la recaudación del dinero necesario para organizar el campus con ayuda de Ángel Manzano, el cual coordinó todo en Madagascar.

A finales de julio partimos hacia la capital de la isla, Antananarivo, con numeroso material donado por clubes y amigos entre ellos el Club Estudiantes.

Tras viajar y conocer las costumbres malgaches, nos reunimos con Ángel y los entrenadores que nos iban a echar una mano en el campus.

El día 10 dio comienzo la primera semana de campus en Akamasoa, una localidad construida en el vertedero a las afueras de Antananarivo, donde la ONG fundó su primera escuela.

LA ILUSIÓN DE LA PRIMERA VEZ
Era la primera vez que se organizaba algo así en Madagascar y la ilusión de los niños era visible. Técnica y tácticamente tenían mucho que mejorar pero a ganas no les superaba nadie.

Todos los días ayudaban a sacar y recoger los balones, a inflarlos cuando perdían aire, a barrer la pista si tenía mucha arena, a cargar con el agua para sus compañeros… El segundo día se les entregó un peto para toda la semana el cuál no perdían de vista, lavaban y cuidaban e incluso alguno dormía con él.

Entrenábamos durante 7 horas al día con algunos descansos entre medias y la gran mayoría de los niños lo hacían descalzos o en chanclas, algo impensable en España.

Desayuno, comida y cena se basaba siempre en el alimento típico malgache: el arroz.

Durante una semana, tres veces al día los niños comían arroz acompañado de pescado, carne o pollo dependiendo de lo que tocase y por supuesto ningún día ninguno se quejó.

TODOS JUNTOS
Para dormir la distribución consistía en una habitación con más de 60 niños y otra con más de 60 niñas pues los cálculos iniciales de 100 jugadores fueron superados con creces, ellos tan felices de compartir habitación y poder estar juntos en todo momento.

Cada día al llegar al campus los niños rápidamente venían a saludar, abrazarnos e intentar enseñarnos alguna palabra en malgache que cuando la repetíamos todos reían debido a la difícil pronunciación.

Al acabar las sesiones de la tarde reuníamos a todos los grupos y los jugadores que más se habían esforzado recibían un pequeño regalo y eran animados por los demás jugadores para que cantasen, bailaran o contasen algún chiste pasando un buen momento antes de cenar.

EL IDIOMA UNIVERSAL DEL DEPORTE
Las dificultades del idioma para entrenar, pues algunos niños hablan francés y otros sólo malgache, y lo difíciles que son los nombres (Faniry, Tiavolana o Falinvabaka son algunos ejemplos) no eran impedimento para que los jugadores se enterasen e intentaran hacer todo lo que se les pedía.

A final de campus los ganadores de los distintos concursos recibieron con alegría los premios que les entregamos, que consistían en un paquete de galletas para cada uno.

El campus acabó con un ambiente genial con bailes organizados y alguna que otra lágrima emotiva que pusieron punto y final a la primera semana de campus en Akamasoa, que esperamos se pueda repetir.

600 KILÓMETROS AL NOROESTE
Tras un día de descanso partimos hacia Mahajanga, ciudad situada al noroeste de la isla. El viaje fue duro pues 600 km los recorrimos en 13 horas debido al estado de las carreteras. Allí iba a tener lugar la segunda semana de campus que comenzó con la misma ilusión que el de Akamasoa.

La semana se desarrolló como la anterior, sólo que los entrenamientos empezaban 2 horas antes (a las 6:30) pues el calor a mediodía era asfixiante y había que parar más rato a la hora de comer. 

Como datos curiosos de esta segunda semana era habitual que algunos patos y ocas atravesaran la cancha de los pequeños situada en un colegio.

En la cancha de los medianos el sol hacía mella y había que tener agua siempre a mano. En el caso de los mayores se corrió la voz del campus y cada vez aparecían más jugadores, entre ellos contamos con la presencia de un jugador de la selección U-16, clasificada cuarta en el último Afrobasket, que echó una mano en todo lo que pudo.

Como no pudo ser de otra forma el campus también acabó con regalos y con el baile final en el que todos los jugadores disfrutaron y se despidieron de sus compañeros y entrenadores.

Tras esta experiencia la vuelta a España fue larga, pero ante todo con ganas de volver y seguir ayudando a los niños malgaches todo lo posible.

COLABORACIÓN IMPRESCINDIBLE
Dar las gracias a la ONG (www.deporteyeducacionparaunmejorfuturo.org) por la oportunidad que nos han dado para participar en este campus, a toda la gente que ha colaborado con donaciones y acudiendo a los diferentes eventos, y a los donantes de material en especial a la Fundación Estudiantes, a Jacobo Díaz y a Pablo Borras por ayudar a recaudar el máximo material posible.

Jorge Manzano y Mariana Gónzalez