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Me parece una tontería pedir un autógrafo. Tengo excusas para explicar porqué, pensando así, lo he hecho dos veces en mi vida: la primera, en la Vuelta del 83, era un niño (¡¡conseguí a Laguia!!); la segunda, me encontré por sorpresa frente al jugador que más me ha hecho disfrutar con el baloncesto, un deporte que me encanta. Lo de «frente a» es una forma de hablar, porque en realidad me encontré «sobre» (le saco cabeza y media).
Mi amigo Alcaudón me había llevado a Vista Alegre al tercer partido de la final. En el descanso, ¡¡anticipando lo que pasaría tiempo después!!, dejamos a nuestras chicas, y bajamos a ver a los jugadores a borde de pista.
No creo que le pidiesen muchos autógrafos ni cuando jugaba. Posiblemente fuese el primero (y el último) que haya firmado estando retirado (lo hizo joven por culpa de las lesiones).
-Hola, estooooo, ¿me firmas un autógrafo?
-¿Ehhhh? –más que no oír, seguramente no se creía lo que había entendido-.
-Que si me firmas un autógrafo. Es queeeeee me gustabas mucho cuando jugabas.
Un poco acojonado escribió en el reverso de la entrada: «Un saludo. Pablo M. 4». La guardo en la caja de recuerdos «valiosos». Sí, soy un Demente, y Pablo Martínez es el jugador de baloncesto con más talento de la historia.
Lobezno
P.D.: Leo que ayer, un partidazo de su hermano Gonzalo, permite seguir soñando. Alcaudón, ¿el próximo finde en León? ¡¡Estu-diantes!!¡¡Estu-diantes!!
Nota: historia recibida el 1 de mayo, tras la victoria ante ViveMenorca
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