
Siete meses en dique seco. Un verano con una operación de por medio. Una primera vuelta sufriendo victorias y derrotas desde el banquillo. Así ha sido la temporada de Inés Orselli hasta el encuentro contra Picken Claret, meses en los que ha sentido “impotencia”, en especial “cuando no puedes ayudar”.
“Cada vez que Fito se daba la vuelta hacia el banquillo para ver a quién sacar pensaba: ‘¡Sácame a mí!’”, explica la escolta. No obstante, la jugadora argentina asegura que cuando le informaron de que debía pasar por quirófano para ella fue una buena noticia.
“Es una lesión que arrastraba desde hace tiempo, por un lado quería que me operaran y por otro no porque pensaba en lo que vendría después”, comenta.
Reconoce que los momentos posteriores a la intervención no fueron nada fáciles dado que “necesitaba ayuda para todo”. Vestirse, ducharse o incluso dormir fueron algunas de las tareas que suponían un quebradero de cabeza para Inés.
La escolta cambia su habitual sonrisa por un gesto serio cuando habla de ello: “Tuve unas semanas que ni quería salir de casa por los dolores que tenía. Fue un mes o mes y medio duro”.
“El médico te dice que serán cuatro meses malos, llega el tercer mes y ves que estás fatal, que casi no levantas el brazo, y se llega el mes que supuestamente ya tienes que estar tirando a canasta y… nada”, explica Orselli.
Las «women in black», su gran apoyo
Afortunadamente para esos momentos la argentina tuvo siempre a su lado a sus compañeras de equipo y al staff técnico. “Menos mal que tenía a Amaya (fisio del equipo) de psicóloga conmigo porque llegaba a la clínica llorando, diciendo que no podía más”, cuenta la jugadora.
Asimismo señala que recuperar la musculatura fue una de las cosas que más trabajo le costó durante estos meses. Las women in black también han sido un gran apoyo: “Yo siempre venia a entrenar porque así me seguía sintiendo parte del equipo. Fito, Lipe, las chicas… todos han estado muy pendientes de mí y me hacían saber que estaban esperándome para cuando me pusiera bien”.
En especial destaca la buena relación que la une a Teresa López, también lesionada, y que durante este tiempo se ha intensificado al estar ambas en una situación parecida.
Ahora, ya recuperada, la única preocupación de la Inés es poder ayudar al equipo de nuevo, volver a ser la jugadora que era antes de que el hombro la obligara a hacer un alto en el camino.
“Fue mucho más tiempo del esperado y siete meses sin tocar pelota y sin competir se notan mucho”, señala Orselli, que consiguió su mejor anotación en la cancha del Leganés con 11 puntos.
Exigente consigo misma más que sus entrenadores, la escolta sabe que ahora es cuestión de “entrenamiento, entrenamiento y entrenamiento” para volver a ver su mejor versión sobre el parqué.