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Los 100.000 tiros de Blake Ahearn

30 noviembre 2009

Reproducimos por su interés este artículo de Roc Massaguer publicado en ACB.com el pasado jueves sobre el escolta de Estudiantes Blake Ahearn. Parece que, lejos de “gafarle” como sucede en ocasiones, el artículo dio suerte al jugador que cuajó en Murcia su mejor actuación de la temporada.

Los 100.000 tiros de Blake Ahearn

El escolta del Estudiantes siempre sorprende. El mejor tirador de tiros libres de la historia de la NCAA lleva 36 sin fallo en ACB, pero detrás de la estadística hay un fanático del trabajo duro que persigue un sueño: sorprender a todos persiguiendo la perfección 

Blanco, menos de metro noventa, con entradas incipientes, 25 años pero aparentando alguno más. “Me miran y nunca ven un jugador de baloncesto”, no se cansa de explicar. Miran y ven a un típico chico formal de Missouri, con cierto aire a granjero. Miran a Blake Ahearn y ven cualquier cosa menos un auténtico fenómeno del baloncesto.   “Todo lo que hago les sorprende. Me ven machacar y se sorprenden, me ven correr y se sorprenden, me ven tirar y se sorprenden”. Y así ha sido siempre, “sorprender a la gente es lo que hago”, afirma el escolta del Estudiantes.   Así ha sido siempre, desde que a los 11 años se propuso llegar a la NBA. Empezó un deseo que ha sido alimentado por las miradas de sorpresa, por las miradas de desconfianza, un deseo que ha sido convertido en realidad gracias a una tenacidad y trabajo impresionante.   Porque si tienes 11 años y quieres ser un jugador profesional te compras un balón, pero no un libro de notas. Un pequeño diario negro en el que apunta cada una de las sesiones de tiro que realiza por su cuenta desde hace 14 años: “así siento la presión que me impongo yo mismo”. 500 tiros, 1.000 tiros, 10.000 tiros. Cada verano suma 100.000 más (unos 1.000 al día durante tres meses), 1.500 de ellos tiros libres; todo anotado, todo perfeccionado.   EL CHICO DE LOS TIROS LIBRES  Sabe que nunca se quitará esta etiqueta, porque tanta repetición, tanta constancia y confianza en uno mismo, lo ha llevado a ser, ni más ni menos, que el mejor tirador de tiros libres de la historia de la NCAA.
  Fue el mejor lanzador desde la línea durante sus tres primeros años de Universidad (jugó en Missouri State) y el segundo mejor en la cuarta (en la que promedió 92.5%), para acabar promediando 94.60% (435 de 460) durante su etapa universitaria.   “No juego para meter tiros libres, pero estoy muy orgulloso de lo que he conseguido (también tiene el récord de su Universidad en triples convertidos). Sé que esta etiqueta (la de mejor tirador de tiros libres de la NCAA) me acompañará siempre, pero desde luego no es algo malo”, confiesa.   Siempre rehúsa que se hable sólo de su habilidad desde la línea y se empeña en reafirmar que lo único importante de meter los tiros libres, es que ayudas a tu equipo a ganar. Por eso seguramente no recuerda que su último tiro libre como universitario (contra San Diego State en 2007 en el NIT) lo falló. Seguramente recuerda la derrota.   MUCHO MÁS QUE LA MUÑECA  Los números desde el tiro libre ejemplifican su constante superación y búsqueda de la perfección, pero no deben empañar el resto de virtudes de Ahearn. “Cuando me ven jugar, se dan cuenta de que puedo hacer muchas cosas más aparte de tirar”, expone seguro.    “Siempre me han etiquetado como un anotador, pero me encanta jugar el pick&roll. Me gusta leer el juego, driblar, tirar, los fundamentos básicos del baloncesto. Me centro en todo eso”. Llega como escolta, pero ha jugado de base durante parte de su carrera y, de hecho, afirma que Steve Nash es su jugador a imitar.   “Mi jugador favorito de todos los tiempos es Pete Maravich, pero él era más alto y anotador que yo. Nash tiene un físico parecido al mío y hace un montón de cosas para el equipo. En cualquier caso, intentar jugar como cualquiera de los dos creo que es una buena idea”, sonríe cuando se da cuenta de con quién se está comparando.   Sus estadísticas dicen que anota casi 15 puntos por partido en la ACB, con cerca de 3 triples convertidos por encuentro con un porcentaje del 42%. Su palmarés dice que fue elegido (por los entrenadores) como Rookie del Año en la D-League durante la campaña 2007-08, sorprendiendo de nuevo a todos. Pero dejando claro que si algo es, es un jugador de baloncesto.   UN RÉCORD INVISIBLE A SU ALCANCE Ha dicho docenas de veces que le dan igual las estadísticas durante la temporada. “En la Universidad, nunca las miraba; esperaba la llamada de mis primos para decirme si iba bien o no…”, bromea. Pero sigue igual: “Las estadísticas valen al final de la temporada, durante sólo sirven para ponerte presión y envolverte hasta hacerte perder de vista lo más importante: que el equipo gane”.   A él no le preocupa, pero lleva 36 tiros libres consecutivos convertidos en ACB. Sólo falló el penúltimo del primer partido y desde entonces no ha errado ni una vez. Para cualquier jugador, se trata de algo bastante difícil de conseguir, pero para Ahearn es rutina: en dos ocasiones durante su carrera ha conseguido anotar 60 tiros libres sin fallo. (Nota: tras la jornada 10, Ahearn lleva 47 tiros sin fallo, al anotar 11/11 en Murcia).   Y ahí es donde entra Arvydas Macijauskas. El genial jugador lituano ostenta una marca difícil de batir en ACB: 63 lanzamientos consecutivos desde tiro libre sin fallo. Lo logró como Ahearn, fallando el primer día y encadenando 11 jornadas sin fallo (en la 9 llevaba 46). El duelo está servido, el reto lanzado, incluso aunque el contendiente no quiera recoger el guante que soltó Mache en 2003.   UN DESVÍO EN EL CAMINO “Cuando era niño no soñaba con jugar en Europa, sino en la NBA. He estado ahí y sé cómo es. Estoy contento de estar en la ACB, porque sé que aquí podré mejorar lo suficiente para hacer realidad mi sueño de niño”.   Más sincero no se puede ser. Blake jugó 15 partidos en la liga americana (32 de 33 en tiros libres) en Miami y San Antonio, pero su trayectoria volvió a la D-League y de ahí a la ACB. “La adaptación está siendo más fácil de lo que esperaba. Mis compañeros me ayudan mucho y entrenamos mucho, lo que me permite adaptarme más rápidamente a las diferencias en las normas”.   Además, estudió español en Estados Unidos, lo que le permite “decir algunas cosas de baloncesto en la cancha”, aunque fuera de ella “todos hablan demasiado rápido”. Declarado usuario del trash talking (batalla dialéctica con sus rivales), confiesa que sabiendo poco español es más difícil, aunque está “work in progress” (mejorando).   Cada uno tiene su camino para alcanzar sus sueños (“muchos han venido aquí antes de triunfar en la NBA”). El de Blake pasa ahora por ser parte importante de un club histórico, con un entorno que recuerda al del baloncesto universitario: “los aficionados son increíbles. Llegan pronto al pabellón, nos dan mucha ventaja; gritan como nadie y nos lo hacen todo más fácil”.   Como el equipo, el sueño de Blake, el de demostrar a todos que es un jugador de baloncesto como la copa de un pino está “en el buen camino”. Su consejo suena a tópico, pero lo encarna como nadie: “Si tienes un sueño, lucha por él. No dudes que si lo persigues, se acabará cumpliendo. ¡Hey, yo soy la prueba viviente!”.   “Cuando estás solo en la cancha, sabes que en ese momento eres el único trabajando para mejorar. Es la mejor sensación del mundo, me encanta”, decía durante su etapa en Missouri State. No hace falta añadir nada más.