Como alumno en aquellos lejanos tiempos del Ramiro de Maeztu, me hice socio del Estudiantes Club el año que logró su primer campeonato de Castilla, nada menos que en el año 1957.
Recuerdo que mi numero de socio era el 7, en un pequeño carnet azul de plástico. Tiempos del inolvidable Don Antonio. Desde entonces me hice seguidor acérrimo del ESTU, tiempos de Laborde, Abréu, los Codina, Salaverria, Mimoun, etc. Incluso forme parte un par de temporadas de un malisimo Juvenil “C”, entrenado primero por Laborde y luego por Gonzalez Ruano.
Acabé el Ramiro, estudié la carrera, seguía siendo socio y seguidor del ESTU, estuve unos años en el extranjero y, a la vuelta, tuve la suerte y el orgullo que mis dos hijos, aun sin estudiar en el Ramiro, entrasen a jugar en el Estudiantes: mi hija, formando parte del… ¡sorpresa!… primer equipo femenino de la historia del Estudiantes, equipo que, además, logró el ascenso a división nacional.
El ESTU ya no solo tenía “forofas” en las gradas, ya estaban en las canchas, haciendo pick and rolls y cortes de UCLA, y mi hijo, que comenzó en mini y continuó hasta juvenil pasando luego a otro equipo.
Mientras tanto, yo continuo acudiendo a muchos de los partidos del ESTU, tanto en la Nevera como en el Magariños, Palacio, Plaza de Toros Vista Alegre, y a diferentes finales de Copa en las que ha participado.
Concretamente fui testigo presencial de los triunfos en San Sebastian, Granada y Vitoria. Y en la fase final de la Copa en Sevilla 94 fui, curiosamente, uno de los protagonistas de la semifinal entre el ESTU y el TAU.
Alfonso Andériz