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NUEVO ADELANTO DEL LIBRO «CLUB ESTUDIANTES, 60 AÑOS DE BALONCESTO»

1 febrero 2008

A partir del lunes 11 de febrero se podrá adquirir el libro de la historia del Estudiantes, y para ir abriendo boca en clubestudiantes.com estamos publicando algunos fragmentos de esta obra. Hoy, la alegría de los aficionados colegiales en 1957 tras ganar un derbi en el Frontón Fiesta Alegre fue tal que aquello parecía un desafío a la dictadura.

NUEVO ADELANTO DEL LIBRO «CLUB ESTUDIANTES, 60 AÑOS DE BALONCESTO»

Clubestudiantes.com publica un nuevo adelanto del libro «Club Estudiantes, 60 años de baloncesto», que estará a la venta a partir del próximo lunes 11 de febrero. Son mil páginas repartidas en dos tomos en las que, temporada a temporada, se repasa (casi) todo lo que ha sucedido alrededor del baloncesto visto de color azul claro y azul oscuro. Su precio de venta al público es de 40 euros, y se puede reservar y adquirir en la tienda oficial del Estudiantes en el Polideportivo Magariños, en los puestos de material colegial en el Telefónica Arena y a través de esta página web.

FRAGMENTO DEL LIBRO “CLUB ESTUDIANTES, 60 AÑOS DE BALONCESTO”, editado por la Fundación Estudiantes.
Autores: Felipe Sevillano (coordinador), Carlos Jiménez, Alonso de Palencia y Santi Escribano.

1957

La alegría de los aficionados de Estudiantes fue tremenda [tras ganar en el Frontón Fiesta Alegre al Real Madrid 68-63], llegando incluso a recorrer las calles de Madrid gritando cánticos y alusiones a la victoria. Recordemos que en esta época manifestarse libremente por las calles era una utopía por el régimen dictatorial del país, así que uno de los asistentes a aquel encuentro, Antonio Gómez Carra, nos relata la sorpresa y la novedad que aquello supuso:

Salimos a la calle Alfonso XI enfervorizados. Seríamos unos trescientos y nos dirigimos cantando por la calle de Alcalá hacia Cibeles: “Dicen que se ha muerto Garibaldi, uh, Garibaldi, uh…” el grito de siempre. Continuamos manifestando nuestra alegría y llegamos hasta la Puerta del Sol, donde estaba la Dirección General de Seguridad, cuartel general de los “terribles grises”. Nadie nos dijo nada, nos disolvimos roncos de cantar y gritar y ningún policía se metió con nosotros. Creo que hasta se reían de nuestros cánticos y ocurrencias. Empezábamos a hacer historia; nos dejaron actuar, nos respetaban y veían que dentro del bullicio no causábamos ningún daño a nadie.

Posiblemente alguien consultaría al Palacio de El Pardo, aquello era algo insólito.

Implícitamente nos autorizaron e implícitamente también nos aplaudieron. Habíamos ganado en dos frentes y hasta es factible que a partir de ese momento, y gracias a nosotros, se hiciera más flexible esa “dura” dictadura.