Sí puedo decir, casi íntimamente, que era un hombre bueno, afectuoso, simpático, ocurrente, creativo y arriesgado, porque le gustaba abrir brecha y esto es peligroso, susceptible de crítica o envidia. Inasequible al desaliento y luchador feroz contra la injusticia. Lo que más le alteraba era la desconsideración, porque él era cercano y daba la mano si se equivocaba. Esto le hacía volverse algo más violento, no comprendía la falta de afecto, él llevaba dentro mucho amor.
Sus dos paradigmas eran Ramiro y Estudiantes, daba igual el orden, ambos marcaron su vida y su educación. Por supuesto su numerosa familia de seis hermanos más, era otro lugar de apoyo. Su padre era el no va más para él, exageraba, equivocadamente lo metía con los ganadores.
Sí, esto lo aprendió bien, aún llevando los equipillos que le daban, por su honestidad, afectuosidad y su trabajo duro, se hacía con las riendas del grupo y lo convertía en equipo de triunfos. En algún momento no fue profeta en su tierra y como a muchos ocurre en el Estudiantes, se tuvo que ir. A su padre le ocurrió igual, y allá sin perder su estilo de Ramiro, tuvo éxitos (léase Menesianos, entre otros). Luego volvió.
Creó la Liga Interna entre clases del Instituto, en forma de 3×3, también el equipo de Escolares, jugó series colegiales de la ACB, innovó y ayudó a incrementar el “vicio” del baloncesto. Seguía llevando lo que le daban y esos equipos tenían la impronta de Estudiantes, ingenio, agresividad y espíritu de lucha.
En su inquietud abarcó el arbitraje, un acierto tener dentro de él a un jugador-entrenador, era muy buen referee/coach y aunaba criterios en ambos lados, unificaba un solo lenguaje y trasladaba a su entrenamiento las sutilidades del arbitraje. En los campus de Sierra Nevada introdujo el Taller del Arbitraje, que fue un éxito, para jóvenes y árbitros.
Por el mundo donde se movía generaba amigos, en ocasiones diferencias por su intransigencia, pero lo era consigo mismo. Entre medias luchaba por la vida, en su salud no le acompañaba la suerte y era incomprendido.
Era versátil, escribía muy bien en esta Web figuran varios artículos, también lo hacía para basketconfidencial, que aun perdura en la memoria tras la muerte de Paco Rengel, buen periodista y amigo suyo, su muerte (otro hombre bueno) condicionó su estado de ánimo. También era un persona culta y discípulo del famoso Kalill Gibran., cuyos axiomas solía defender.
Fue feliz viendo a su padre, conviviendo con sus hermanos, rodeándose de amigos en las tres vertientes del juego, queriendo a sus dos instituciones Estudiantes, Ramiro que le marcaron su trayectoria personal.
Claro que jugó, en diferentes equipos de base desde mini, era habilidoso un poco vaguete en defensa, pero creativo, ingenioso, buenísimo tirador y un poco chuleta estudiantil, riéndose de la falta de imaginación de sus oponentes. Muy simpático, generoso y buen compañero.
Siendo mini basquista, le entrenaba Juan Francisco Garrido, jugador de los años ochenta de Estudiantes primer equipo, desaparecido muy joven. En algún momento si no estaba en cancha, decía en alta voz “Juan Fran sácame”, veía que se podía perder, en ese momento le tiraba el saber que yo era el entrenador del primer equipo. Yo respaldaba a mi jugador y le decía, -lo sientas cuando quieras y luego lo castigas-, decía este “Es que tiene mucho carácter”, pero luego era un pastelazo, quería ganar siempre.
Ahora creo que ha conseguido su última victoria, el llegar Arriba y el reconocimiento de su hombría de bien, por todos.
Antonio Gómez Carra (Ex entrenador de Estudiantes en todas las categorías y de otros equipos ACB y nacionales).
Madrid 17 de Septiembre de 2013