Antes del salto inicial se guardó un minuto de silencio en memoria de Paco Garrido, el arquitecto de aquel inconfundible Estu de los 80, cuya seña de identidad era, en curioso juego de palabras con su apellido, la garra. La que sirvió para salvarse ante Huesca. La que sirvió para ganar la Copa del Príncipe. La que sirvió para ser inolvidables.
Los tiempos cambian y es una osadía compararlos, para lo bueno y lo malo. Tomémoslo como una licencia literaria. Pero ya desde el arranque de partido Cook, Brizuela, Vicedo, Caner-Medley y Whittington, quinteto inicial de Movistar Estudiantes, parecieron querer homenajear al mítico entrenador.
Especialmente Nik, uno de los ídolos de la extraña vida moderna estudiantil: reboteaba y anotaba como cuando fue MVP en su primera etapa colegial: 8-2 mediado el cuarto. 12-6 a 3 minutos. Tiempo muerto del equipo visitante (aunque bien acompañado por cientos de aficionados. Entre la semana santa y que hay gallegos en cualquier lado…).
Movistar Estudiantes se sentía a gusto en este primer cuarto, que finalizó 23-11, con triple de Clavell sobre la bocina, y en el que por fin regresó Víctor Arteaga tras cinco partidos fuera por lesión (aunque no volvería a jugar).
Si el primer cuarto cerró con un triple, el segundo abrió con lo mismo, esta vez de Suton (26-11). Como había acierto, Movistar Estu insistió por esta vía. Cafés Candelas Breogán hizo lo propio, por medio de un viejo conocido como Brown: 36-22 mediado el cuarto.
Los colegiales, arropados por una afición que estuvo a la altura de la situación, se sentían muy a gusto en ataque y carburaban en defensa. El “flow” ofensivo se notaba en el dato de asistencias (11 al descanso, 6 de ellas repartidas por Brizuela) era tal que hasta Lampropoulos se soltó: al descanso había un tranquilizador 47-29.
“Tranquilizador”, que el precedente de la semana anterior nos recordaba que nunca está ha ganado un partido al descanso y que la motivación del rival también juega.
Aunque Tito Díaz probó con tres bajitos (McCallum, Cvetkovic y Redivo) para ver si cambiaba la dinámica tras el descanso, Movistar Estudiantes no daba muestras de relajación, espoleado por los suyos: 52-32 tras dos minutos.
En ese ambiente, Nik Caner-Medley se mueve como delfín en el agua (delfín y no pez, ¿lo pillas?): con un matazo al contraataque espoleaba a la Demencia y obligaba a los lucenses a pedir tiempo muerto y meter más centímetros. Ellos son más de pulpo que de delfines… 56-34.
No había ni rastro de la temida empanada (¿gallega?) del tercer cuarto: 59-39. Ni siquiera tras la técnica a Caner-Medley ni la tercera de Brizuela: dos triples seguidos de un aplaudidísimo Nik: 65-43. Pese a la tercera personal del de Massachussetts que obligó a sentarle, los colegiales dominaban con solvencia al acabar el periodo: 72-46.
Cafés Candelas Breogán apuraba sus oportunidades en el último periodo, agarrándose a McCallum. Aunque fuera para salvar el basket average (86-79 en la ida en el Pazo). Pero “malo será”, debió pensar Movistar Estudiantes, que no aflojó: Caner-Medley seguía sumando de tres en tres, antideportiva de Cvetkovic, 2+1 de Suton… mediado el cuarto la ventaja había aumentado: 82-51.
El Breogán parecía el Muralla de Lugo Generals a manos de los Ramiro Globetrotters: mate a una mano tras romper la cintura al defensor de Caner-Medley, el propio Nik asistiendo al contraataque a Clavell, triple sin pensárselo de Suton, elástico vuelo de Brizuela… 91-53 a falta de tres minutos.
El partido acabó al grito de “que no bajamos” y con un quinteto atípico compuesto por Hakanson, Brizuela, Sola, Vicedo y Suton, que certificaron el 95-62 final. Buen homenaje a Paco Garrido.
Con esta victoria, la 10ª de la temporada, Movistar Estudiantes evita entrar en puestos de descenso, que ocupan actualmente el propio Cafés Candelas (8-19) y Delteco GBC (7-20), ambos rivales con los que tiene el “basket average” ganado.
La próxima semana, los colegiales visitan a San Pablo Burgos, y dentro de dos vuelven al WiZink Center en SÁBADO, para enfrentarse La otro rival directo en esta zona baja: Herbalife Gran Canaria.