Al hablar de la cancha de La Nevera hablamos de un recinto deportivo con 64 años de historia, lo que invita, por supuesto, a hacer ejercicio de nostalgia.
Pero «La Nevera» era una instalación de uso diario; como explica el presidente de Movistar Estudiantes Fernando Galindo «desde las 8 de la mañana a las 11 de la noche».
De hecho, en el momento del hundimiento se encontraba en obras de remodelación, para instalar nuevo parqué, lo que da buena muestra de cuan huérfano se queda Movistar Estudiantes sin esta instalación.
No es su nombre oficial, pero a estas alturas como si lo fuera: «La Nevera» del Ramiro de Maeztu se inauguró en 1957 con el nombre de «Campo Nuevo», entonces sin cubierta.
El techo llegaría en 1966. Poco después, las paredes; el marcador y el suelo de madera. Sin embargo, nunca llegó la calefacción; y la cancha de ganaría el apelativo que actualmente tiene. Como decía Antonio Díaz Miguel “corría la
leyenda entre los alumnos del Ramiro de que técnicos del universitario Instituto del Frío venían a la Nevera para estudiar su estructura y aprender cómo congelar sin necesidad de utilizar la energía eléctrica”.
Sea como sea, Estudiantes se hizo un equipo temible en La Nevera, donde consiguió dos subcampeoanatos de Liga Nacional (1962-63 y 1966-67, con la legendaria canasta de Emilio Segura como broche de oro).
Como explicaba el no menos legendario Gonzalo Sagi-Vela: «entrenábamos tres veces por semana, en las condiciones típicas de la época, es decir durísimas en invierno (…) La Nevera, con frío en el aire y calor en los aficionados, resultaba casi inexpugnable. Fuera era distinto y bajábamos mucho de nivel».
Desde entonces ha sido testigo de las progresiones de miles de jugadores y jugadoras de baloncesto de la cantera de Movistar Estudiantes… y del alumnado del Instituto en sus clases de educación física.
Desde los años 70, La Nevera ha quedado como auténtico templo del baloncesto base, al jugar y entrenar el primer equipo ya siempre en el Magariños. Tanto el acondicionamiento de La Nevera como la construcción del «Magata» tienen un nombre propio: el presidente José Hermida López.
Pero, como decimos, La Nevera no es (nos resistimos a decir «era») un monumento para observar, una reliquia que guardar en una vitrina, un museo del baloncesto. Es el epicentro de la cantera de Movistar Estudiantes, una cancha por la que han pasado miles de jugadores, propios y rivales. Y desde 1989, también jugadoras.
¿Qué pasará ahora? En el corto, medio y largo plazo. Movistar Estudiantes ya está trabajando para resolver todas estas incógnitas. Mientras tanto, recordemos por qué La Nevera ha sido, es y seguirá siendo tan importante para la institución.