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EL BALONCESTO Y SUS GENES. Por Pablo Martínez

27 febrero 2008

El que fuera jugador de Estudiantes entre 1989 y 1995 Pablo Martínez publica en el diario PÚBLICO una columna en la que establece paralelismos entre la razón de ser del «Estu» y el Joventut de Badalona, y que reproducimos aquí por su interés.

EL BALONCESTO Y SUS GENES. Por Pablo Martínez

Si del Real Madrid de fútbol se dijo que pudo ser el mejor club del siglo XX, el Estudiantes y el Joventut podrían haber optado, perfectamente, al premio en la categoría de sólidos inventos. Porque tienen gancho, pero también sentido. Ambos poseen un código genético fácilmente descifrable, sencillo.

Nacieron asociados a unos valores que se han convertido en tópico. El espíritu colegial y el espíritu de la Penya son dos marcas registradas. El primer equipo de algunos y el segundo de casi todos. Con esos antecedentes, parecería fácil gestionarlos.

Pero, en este nuevo siglo, la locomotora encargada de arrastrar los vagones ha visto como el horizonte se empinaba de forma abrupta. Las reglas del negocio evolucionaban en sentido contrario al que ambos clubes hubieran deseado. Términos como cercanía, barrio, amistad, confianza, formación de largo aliento se quedaban en el banquillo y dejaban su lugar en la cancha a nuevas figuras en el negocio, tales como apertura de fronteras, scouting internacional, profesionalidad a ultranza, recelos competitivos, o consumo rápido de rendimiento.

De repente, el Joventut desapareció del mapa de los grandes del baloncesto español, y el Estudiantes se quedaba como el último bastión al que podían agarrarse los amantes del patio y sus canastas. Del baloncesto de formación en el mundo profesional. Curiosa paradoja: un equipo con espíritu NCAA no quería descolgarse de un ambiente claramente NBA. ¿Cuánto podría durar el desafío? Lo que duraron los genes.

De repente, Estudiantes comenzó a olvidarse de su código. En Serrano, comenzaron las peleas por el poder. Al principio, no trascendieron demasiado porque la inercia de un sólido proyecto deportivo –con un líder de la casa en el banco, y unos referentes del patio en el campo– tapó la degeneración, pero no por mucho tiempo. Y el proyecto enfermó.

Pero como en deporte existe la justicia poética, la Penya, mientras tanto, había iniciado el camino inverso. El Spirit of Badalona se puso en manos de un viejo entrenador con un plan: regenerar el club. Y el desafío continúa…