
Ya llevo un poco más de mes y medio de lesión. Todo va bien.
Fui a ver al doctor Soriano, el que me operó, para que me diera el visto bueno y decirme que ya podía empezar a andar sin muletas. Se presentó en su consulta a las 16:00, como cada día que empieza su turno de tarde, con americana y pantalón de traje y su maletín de cuero. Soriano fue ex jugador ACB y ya os digo que es un doctor que intimida bastante con sus dos metros de altura.
Me dice que todo está en orden, que siga así y con paciencia. Ya puedo empezar a andar sin muletas. Qué alivio. Charlando un rato con él, me dice que a lo largo de su vida ha podido llegar a operar más de 6.000 rodillas. De primeras me sorprende, luego empiezo a hacer cálculos (muchas rodillas al año). Pero me sirve como dato que me hacer volver a la realidad y pensar que lo que para mí es algo inusual y que no le ocurre a nadie, para él es algo tan normal como un catarro. Sé que he pasado por buenas manos y me voy contento de la consulta.
Empiezo a pensar. ¿Esas personas lo habrán pasado como yo?, ¿mejor?, ¿peor? Quién sabe. Yo siempre creo que hay mirar el lado positivo, pero es innegable que a veces tengas pensamientos negativos, o en mi caso fijarse en los pequeños detalles. Detalles en el que un jugador o persona en su día a día tal vez no se fije. Estoy acostumbrado a entrenar cada día, por la mañana y por la tarde, a cualquier hora. Jugar el sábado un partido y descansar el domingo.
Pero de un día para otro, paso a que mi cita sea con el fisioterapeuta, unas 3 o 4 veces por semana. No más, ya que mucho trabajo lo hago en casa. Y empiezo a echar de menos.
Echo de menos acabar sudado y exhausto un entreno y meterme bajo una ducha de agua caliente. El simple hecho de atarme unas zapatillas de baloncesto.
Echo de menos entrenar y querer que no se acabe el entreno, disfrutar de estar en tensión con tus compañeros y pegarse por un rebote, tirarse al suelo y sonreír porque lo he cogido yo. Correr, saltar, tirar.
Echo de menos el baloncesto.
Pero todo eso volverá. Seguro.
El proceso es largo, pero ya he empezado a hacer natación y bicicleta. Estoy muy contento. Paso de los calentadores a unos bañadores, de unas zapatillas de básquet a unas chanclas y de un entrenador a un fisio que me dice todo lo que tengo que hacer.
Óscar se preocupa por mí, le gusta su trabajo y ver como otras personas mejoran poco a poco, y eso se lo agradezco. Vuelvo a sentirme cansado al acabar natación y me meto debajo de una ducha de agua caliente.
Esto también es rehabilitación mental. Seguro.
Ahora me voy unos días a casa para desconectar, ver a la familia y estar con amigos. Ya contaré como han ido las vacaciones y otra vez mis sensaciones.
¡¡Feliz navidad y felices fiestas a todos!!