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Corría la temporada 75-76. El Estudiantes disputaba por segunda vez la Recopa de Europa, la segunda competición europea. En la liguilla de cuartos de final, el equipo del Ramiro de Maeztu protagonizó uno de esos momentos inolvidables, que quedan para la historia del baloncesto europeo. En el grupo del conjunto estudiantil se vería las caras con uno de los grandes cocos de la competición, el Cinzano de Milán.
En el partido de ida los italianos ganaron por 25 puntos de diferencia (107-82). Llegaba el partido de vuelta, en el Magariños, y aunque las opciones parecían escasas, los colegiales hicieron uno de los mejores partidos de su historia para derrotar al equipo lombardo por ¡34 puntos de diferencia!.
Cuentan los que allí estuvieron que el ambiente en el Pabellón Antonio Magariños fue indescriptible. Apretujados en los famosos palquitos del colegio madrileño, donde se fumaba sin piedad, los aficionados estudiantiles provocaron un ambiente mágico del que rápidamente se contagió el equipo. El final feliz no fue completo, porque el Estudiantes caía en semifinales contra el ASPO Tours francés y el Cinzano Milán se proclamaría finalmente campeón de le Recopa de Europa, pero lo vivido aquella tarde es un recuerdo imborrable.
36 años después, el hoy en día ASEFA Estudiantes vuelve a disputar unos cuartos de final de la segunda competición continental, la Eurocup. El equipo, dirigido por el brillante Luis Casimiro, un fenómeno de los banquillos poco reconocido, disputará el miércoles el partido de ida en Zagreb frente al Cedevita (desde las 18.00 en directo en Eurosport 2). Son los croatas un buen equipo, sin el nombre de otros históricos como la Cibona o el Zadar, pero en todo caso, un rival peligroso, que ya fue capaz de dejar en la cuenta al Gran Canaria 2014 en la fase de grupos.
La eliminatoria, a doble partido, se completará con la vuelta dentro de una semana en Vistalegre. El premio, estar en las Eurocup Finals, los días 16 y 17 de abril, en Treviso, merece mucho la pena. Si lo consigue, el equipo madrileño volverá a pasear su nombre por Europa y lo hará después de estar inmerso en la mayor crisis económica de su historia. Doble mérito porque el «Estu» no tiene mucho dinero con el que confeccionar grandes plantillas, pero el corazón, grande y azul, se transmite de generación en generación, independientemente de los lugares de procedencia de los jugadores de la plantilla. La sangre azul vuelve a estar de moda. Afortunadamente.
