WhatsApp: (+34) 91 745 88 50
En la temporada 1999-2000 componían el cuerpo técnico del equipo colegial, Pepu Hernández como primer entrenador, Ángel Goñi como ayudante, y otras tres personas que permanecen en él actualmente: “Jorge Sánchez, Josele (Jose María Campo), y Javier González, en su primer año con el ACB. Fue un año muy bueno, con mucha regularidad. Tras ganar la Copa tuve que decirle a Javier “Javi, normalmente esto no es así”, recuerda con una sonrisa Goñi.
“Teníamos el convencimiento de que podíamos llevarnos el título. No sé por qué, pero íbamos con un convencimiento real”. Y así fue. Tau, Caja San Fernando y Pamesa cayeron ante el entonces Adecco Estudiantes. “Físicamente estábamos muy bien, y tras superar al anfitrión nos veíamos capaces de afrontar lo que nos viniera”.
Recuerda sobre todo el exhaustivo trabajo de análisis de los rivales, que podía tenerles hasta las tantas de la madrugada: “entonces no estaban generalizados los ordenadores. El video era efectivamente video, cintas de VHS… ¡figúrate, llevarte treinta y pico cintas al hotel!”
“UNA COSA LLEVA A LA OTRA”
Con su experiencia como técnico, Goñi considera que para que un club como Asefa Estudiantes alcance un éxito como aquel, tienen que darse cinco factores simultáneamente. “Son varias cosas, y una lleva a la otra”, señala. “Primero, tener un buen nivel de juego en esos momentos: en Vitoria se llegó muy bien a la Copa, y ese nivel de juego fue en ascenso esos días”. Después, “llegar en una buena condición física: que estén todos en condiciones, y que esas condiciones se den durante los 3-4 días seguidos que dura la Copa. En Vitoria 2000 fue muy importante para ello el trabajo de Jorge (Sánchez) y Josele (Jose María Campo)”. También el equipo debe tener “una gran fortaleza mental, que los jugadores tengan confianza en sí mismos y en sus compañeros. Hace 10 años se fue creando ya días antes de ir a Vitoria. El equipo debe tener una buena disposición mental, específica para una competición distinta a la liga y la Korac que jugábamos entonces, y Pepu Hernández supo hacerlo muy bien”, remarca Ángel. Los partidos además “deben tener una buena preparación de los partidos… y lograr tener la credibilidad suficiente con la plantilla para que los jugadores apliquen en la pista esa preparación”. Y por supuesto hace falta “algo de suerte”. “¿Qué si este año en Bilbao podrían darse todos estos factores juntos? ¿Por qué no?”, concluye Ángel. ABRAZOS DOLOROSOS
Volvemos al parqué del Araba Arena, a eso de las 11 de la noche del 31 de enero de 2000. 30 segundos antes de que sonara la bocina final, el partido estaba finiquitado. “Pepu pasó uno a uno a todos los que estábamos en el banquillo”.
¿Y cómo lo celebró su «escudero» Goñi? “Pues yo no me podía ni mover, estaba lesionado de la espalda”. Una celebración así es siempre una fiesta de los abrazos, pero Ángel no podía recibir ninguno porque le hacía polvo… y quien se olvidó de su lesión fue “¡precisamente el doctor Andrés Soriano!”
Aunque no pudo exteriorizarlo tanto como le hubiera gustado, “fue todo muy especial. Había una gran alegría estudiantil, colectiva, no estábamos felices por nosotros sino sobre todo por el club”. Y destaca el papel de su “maestro”, Pepu Hernández: “supo mantener la humildad del grupo, algo muy importante”; y de Gonzalo Martínez, con quien fue uno de los abrazos más especiales aquella noche vitoriana “llevábamos juntos muchos años, los dos teníamos claro lo importante que era aquella copa para el Estu”.
