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25 años de «EL PARTIDO» contra Maccabi

18 marzo 2017

Este 19 de marzo de 2015, se cumplen 22 años de “el partido contra Maccabi”. No hace falta especificar más para que cualquier hincha estudiantil sepa de cual hablamos: la pírrica victoria, con el legendario “resbalón de Jamchi” como absurda jugada mítica, que metía al Estudiantes en la Final Four de Estambul. El equipo del patio de colegio entre los cuatro mejores de Europa. >>  VENTE A CONOCER A LOS TOREROS: CENA CON ELLOS + ENTRADA PARTIDO HOMENAJE 50€

25 años de «EL PARTIDO» contra Maccabi

“El partido del Maccabi”, no hace faltar explicar más, se jugó hace hoy 19 de marzo de 2017 la friolera de 25 años. Un partido rácano, con más nervios que baloncesto; con un ambiente que cuentan los más veteranos que no se ha vuelto a ver en cancha estudiantil, y mira que hemos tenido grandes momento en los que para bien y para mal ha habido que llenar la cancha. Y sobre todo, un partidazo decidido con una jugada an mítica como absurda: “el resbalón de Jamchi”.

Recordamos EL PARTIDO con el texto que escribió Alonso de Palencia en el libro “Club Estudiantes. 60 años de baloncesto”.     El segundo y definitivo asalto se produjo en un festivo día de San José de 1992 en el que la reventa hizo su agosto en marzo: ¡hasta ochenta mil pesetas de las de entonces (casi quinientos euros) se llegaron a pagar por entradas cuyo precio de taquilla era de mil duretes (unos treinta euros)!   Pero es que había tal demanda que, además de 12.500 espectadores dentro, sentados en las escaleras y hasta encima de los marcadores, no menos de un millar más se quedó sin entrada y se tuvo que conformar con verlo en los bares de alrededor (que también hicieron su agosto, por supuesto).   Estudiantes, genio y figura, realizó en dos días un partido diametralmente opuesto al del martes, es decir: al mejor partido de su historia opuso el peor. Eso sí: jamás se vivió tanta emoción en una cancha de baloncesto como aquel día.   En términos técnicos, será difícil encontrar un encuentro más rácano, más tosco, más malo y horrendo en la historia de los colegiales. Naturalmente, la culpa la tuvieron los veteranos israelíes, que ya habían aprendido la lección de los dos primeros y tenían claro que jugando al baloncesto puro y duro no tenían nada que hacer, por lo que prefirieron llevar el asunto a las trincheras y esperar que de nuevo la inexperiencia les jugase una mala pasada a los de casa.   La primera parte ya fue mala (28-30), pero es que el desarrollo de la segunda hacía intuir que los equipos apenas pasarían de cuarenta y cinco puntos. Y ahí precisamente, en el empate a 45, surgió la clave del partido: Pablo Martínez.   Peewee (que era su mote, por su parecido con cierto personaje de una famosa teen movie que hacía furor en la época) anotó cinco puntos providenciales, incluido un triple a la media vuelta y casi al final de la posesión, y robó un balón para dar cierto resquicio de aire al corazón de miles de aficionados al borde del colapso.   Estudiantes ganó el encuentro (debe de ser de los pocos en su historia) gracias a no perder los nervios en la línea de tiros libres (7 de 8, por 3 de 8 de su rival en los últimos minutos).   Precisamente en la línea de personal los de Martín alcanzaron una ventaja de un punto (55-54) que había que defender con el alma y con redaños; los macabeos ejecutaron su ataque y fallaron, pero en el forcejeo por el rebote, con varios jugadores implicados, Pedro Rodríguez perdió el equilibrio y cayó al suelo, siendo el último en tocar el balón.   El balón fue de nuevo para el Maccabi, que volvió a diseñar una jugada para su tirador. Y lo peor es que salió bien: los defensores picaron en las fintas y Doron Jamchi salió del bloqueo lateral completamente solo, con Goodes dispuesto a asistir el balón para el tiro definitivo.   Pero la espada de Alá se había transformado en líquido elemento a través de las gotas del sudor de Pedrolo, espada que, si bien no cortó la mano de Elías, hizo diana en los pies de Jamchi, que resbaló porque la pista no había sido secada, cayó con estrépito y el pase de Goodes se perdió por la línea de fondo: ¡tres segundos, bola para Estudiantes y uno arriba!  

Para evitar la falta, Pinone lanzó un pase muy bombeado que Winslow, a trancas y barrancas, tras recibir un bloqueo ciego, alcanzó a atrapar y a hundir en un mate. No valió, pero dio igual. Los dos puntos no subieron al marcador porque estaban fuera de tiempo, pero ya nada de eso importaba. Si es cierta la teoría de los terremotos que se producirían en España si los habitantes de China saltasen de su silla todos a la vez, el 19 de marzo de 1992 hacia las diez de la noche se tuvo que producir algún tipo de movimiento sísmico en la región de Manchuria, por la acción continuada de catorce mil personas botando en el mismo sitio de Madrid todos a un mismo compás, entonando la más deseada canción, impensable a inicios de temporada y totalmente onírica unos años atrás: “¡A Estambul, chin, pun, a Estambul, chin, pun, que nos vamos a Estambul, chin, pun!”   Estudiantes no sólo se clasificaba para la Final a Cuatro a disputar en la bella capital constantinopolitana, sino que quedaba con toda justicia proclamado como uno de los mejores equipos de Europa durante esa temporada.   Los `toreros´ tuvieron que volver a saludar y la gente tardó bastante tiempo en salir del Palacio mientras aplaudía a rabiar a los jugadores, entre lágrimas y gritos de alegría. La hazaña era de un calibre impresionante para un equipo de cantera como Estudiantes.