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EBA al desnudo

4 febrero 2015

Ya sabemos cómo son los viajes de los equipos profesionales pero ¿cómo son los de un grupo de chicos de 16 a 23 años que disputa la liga EBA? Nos «colamos» en la expedición del segundo equipo de Movistar Estudiantes a Tenerife para conocerles mejor. Rosa López nos trae «el EBA al desnudo».

EBA al desnudo

Son las 21.30h del sábado 31 de enero y en la cancha del Real Club Náutico de Tenerife (RCNT) se apagan las luces que durante casi dos horas alumbraron un emocionante partido de baloncesto que enfrentó al equipo local con el filial de Movistar Estudiantes.

Un disputado encuentro que al final cayó del lado visitante (61-68), que en una cancha muy difícil firmaba su décima victoria, un resultado que mantiene al equipo del Ramiro en la segunda posición del grupo B, a un triunfo del Real Madrid.

El entrenador, Javier Zamora, está satisfecho. Tras dos derrotas, viajaron a Tenerife a reencontrarse con la victoria y habían entrenado muy duro durante toda la semana. Contentos están también los jugadores. Les ha salido un buen partido. Un partido de equipo, muy físico, que aunó trabajo, constancia y sacrificio.

La sonrisa de Juan Llorente lo dice todo. El escolta ha hecho un partidazo, arropado, con un tiro de tres muy efectivo, por el alero Ander Martínez, “el serbio del Ramiro”, le llaman. Y por algo será…

Junto a Ander dos aleros junior, Alex Young y Alberto Maura, cuya juventud les hace saltar a la cancha sin miedo, con descaro, jugando cada bola como si fuera la última. Y como van a todos los rebotes, ruedan por el parqué en más de una ocasión.

Guevara de la Torre y Diego Gonzalez, se han encargado de dirigir el juego y subir la bola y lo han hecho con mucho acierto, y el ala pivot Luis de la Peña ha peleado cerca del aro como lo hace siempre, con arrojo y valentía.

Cuatro torres “trabajan” en la pintura –Waly Niang, David Sainsbury, Gabriel Muñoz y el aún cadete Bartek Pietras-, y ojo con ellos, porque desde sus más de 2 metros la defienden más que si fuera su casa.

También está satisfecho, el resto del equipo técnico -los entrenadores ayudantes Alain Prada y Jorge Manzano, y el fisio Victor del Castillo-, muy bien acompañado por el director de cantera del Club Estudiantes, Pablo Borrás, que se multiplica por las canchas para no perderse un partido de un montón de jóvenes promesas.

Y de la cancha al hotel, porque dos horas de intenso baloncesto abren el apetito. La cena espera a este puñado de jóvenes, que compaginan el baloncesto con los estudios, y no lo hacen nada mal. Bueno, alguno debe apretar más…

Ensalada, pasta, arroz, carne, verdura y fruta, sin olvidarnos del pan, que riegan generosamente de aceite. Y hablan de lo que todos los jóvenes, de música, de viodeojuegos y de chicas. Y como no podía ser de otra manera, a todos, sin distinción, les gustan altas.

Pero no crean que el cansancio les va a rendir pronto. Porque, salvo los junior, todos saldrán a celebrar la victoria y lo harán acompañados de los jugadores del Náutico, solo rivales en la pista, y con un cicerone de excepción, el tinerfeño Manu Miranda, alero del filial de Movistar Estudiantes, que hoy se ha reencontrado con la cancha en la que empezó a crecer como jugador.

Nadie les dice a qué hora tienen que “recogerse”, pero si les advierten de que a las 07.30h hay que desayunar porque el autobús que les llevará al aeropuerto para regresar a Madrid estará en la puerta del hotel media hora después, a las 08.00h.

No se sabe si llegaron muy tarde, pero a la hora convenida, uno a uno fueron desfilando hacia la cafetería del hotel, donde ya estaba casi todo el equipo técnico. Algunos de los chicos vestían ropa deportiva y otros de calle, pero todos, aún con algún signo de cansancio, lucían una amplia sonrisa.

Waly sigue llevando la gorra ladeada y uno se pregunta si habrá dormido con ella, y Alex, los cascos colgados del cuello y la amplia sonrisa que nunca abandona a este chico de 17 años que ya ha disputado un Mundial con la selección española U17M.

Hay apetito. Como comen estos chicos!!! Huevos, embutidos, fruta, tostadas, zumos… un poco de todo y más de uno, repite. La conversación gira sobre lo acontecido en las horas de asueto. Ríen y comentan como le fue a cada uno. Seguro que bien. Y del desayuno, al autobús.

Ahí se despide Manu, mucho más canario desde que pisó su tierra, que se quedará en casa unos días. En el autobús, Luis, micrófono en mano, arenga a sus compañeros. Chicos, a cantar!!! Él toma la iniciativa y marca el camino a seguir… Después, le toca a Maura.

El junior mallorquín dice que lo hará en catalán y todos le hacen coros. Ahora, Bartek, que se despacha con una canción, dice, en polaco. Risas y aplausos resuenan en el autobús, que en unos veinte minutos deposita a la expedición en el aeropuerto de Los Rodeos. Control de pasaportes, alguna compra y a esperar el embarque.

En el avión, ocupan los dos asientos de pasillo de un montón de filas y se rifan los situados en las salidas de emergencia. El motivo está claro, es difícil acomodar unas piernas tan largas. Casi antes de despegar, la mayoría duerme.

El cansancio acumulado empieza a pasar factura y hay que aprovechar esas dos horas y media de vuelo para reponer fuerzas. Tres de ellos –Ander, Waly y Juan- repetirán por la tarde en el partido que el primer equipo, el Liga Endesa, juega frente al FIATC Joventut de Badalona, y aunque no salten a la pista, estar en el banquillo del Palacio de los Deportes ya es un compromiso.

El avión aterriza en Barajas. En la sala, donde alguno tiene que recoger el equipaje que había facturado, llaman la atención, y no son pocos los pasajeros que quieren hacerse fotos “con esos chicos tan altos”.

Termina un viaje que empezó hace poco más de 24 horas. Eran las 10.45h del sábado 31 de enero, cuando los jugadores y el equipo técnico se reunieron en el Aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez. El destino, Santa Cruz de Tenerife, donde el filial de Movistar Estudiantes disputaba el partido correspondiente a la jornada número 13 de la Liga EBA, la última de la primera vuelta.

Un equipo que integran doce jóvenes de entre 16 y 23 años, aunque solo han viajado 11 -el base Álvaro Martín se ha quedado en Madrid por lesión-, a los que se suma un cuerpo técnico de los que hacen afición.

Todos ellos cuidarán de estos chicos, altos como torres, que acaparan la atención de los viajeros que en ese momento circulan por el aeropuerto. Seguro que son jugadores de baloncesto, se oye entre murmullos. Es difícil equivocarse, porque su altura -del 1.85 al 2.17- les delata.

Rosa López (@lopezrosa)