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Jahlil tiene 16 años, mide 1,97 y alterna los partidos del primer equipo cadete del Estudiantes y del júnior B. Como otros chavales, disfruta del baloncesto y sueña con un futuro profesional. Pero su historia sorprende a sus entrenadores por su «asombrosa» progresión después de solo año y medio dedicado al deporte de la canasta.
Además, es hijo de Anicet Lavodrama, la carismática figura del histórico OAR. «Venía de ser el mejor al fútbol, y se metió en un deporte nuevo en Madrid. Pero su progresión es asombrosa. Venía como un libro abierto, sin vicios que corregir. Solo tuvimos que ir rellenando lo que estaba vacío. En ese sentido, el trabajo es mucho más fácil», explica su entrenador en el Estudiantes, Jorge Lorenzo, que también es profesor en la Universidad Politécnica de Madrid.
Pichichi en el Racing infantil de fútbol, Jahlil se cambió al baloncesto en el 2010 ante la propuesta del Estudiantes, con la posibilidad de estudiar, entrenar y competir con los mejores medios. El cambio se cobró un peaje menor de adaptación, pues en Madrid vive su padre, Anicet, que sigue con frecuencia sus entrenamientos en Magariños. «Jahlil va dando pasitos. Progresó bastante, pero aún le quedan por aprender gestos, la comprensión global del juego, las referencias posicionales… Aunque las diferencias respecto a cuando empezó son enormes. Es increíble lo que ya es capaz de hacer. Quiere estar al mismo nivel que niños que juegan desde los 8 años», razona su padre, que siempre dejó libertad a su hijo para elegir deporte y evita opinar sobre su posible futuro profesional. «Hay gente que juega muy bien con 17 años y luego lo deja. Influyen demasiados factores. Es un niño», añade Anicet.
«Sigue una evolución muy buena. Y tiene un físico privilegiado. Es muy coordinado, quizás el más rápido y potente de la plantilla, y con calidad muscular. Luego tiene una gran coordinación óculo-manual y óculo-pédica. Al haberse especializado más tarde, no está tan quemado de entrenar siempre lo mismo, y su receptividad es mayor», indica su entrenador, que empieza a aprovecharlo como alero.
«Tanto en campo abierto como al contraataque es letal. Corre más que el base. Obtiene mejor rendimiento en el uno para uno y el dos para dos que en estático», apunta Jorge Lorenzo, que añade aspectos a trabajar. «Tiene carencias técnicas y tácticas, porque no le ha dado tiempo a aprenderlo todo y le falta experiencia en competición. Debe relacionarse más con los compañeros a nivel de pase, tiene cierta irregularidad y se mete en faltas muy pronto por su físico. Cosas normales», matiza el entrenador del Estudiantes cadete.
Por eso sigue un plan especial individualizado. Al margen de las sesiones con el resto del equipo, Jahlil tiene otras específicas para aspectos físicos y tácticos. Dos días a la semana entrena con el equipo júnior B del Estudiantes, con el que también compite con frecuencia.
